18 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Oasis de la vida

Por Luis Carlos Correa Restrepo

ME LLAMO ROSA

El primer día de universidad un profesor se presentó y nos desafío a que nos presentaremos  a alguien que no conociéramos todavía. Me quedé de pie para mirar alrededor cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré para atrás y vi una pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser.

Ella me dijo: «mi nombre es Rosa. Tengo 87 años de edad, ¿puedo darle un abrazo?» Me reí y respondí: ¡Claro que puede!

Y ella me dio un gigantesco abrazo.

– ¿Por qué está Ud aquí en la facultad en tan tierna e inocente edad?

Pregunté. Y me respondió: «Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos y entonces jubilarme y viajar!». Está bromeando le dije.

Yo estaba curioso por saber que la había motivado a entrar en este desafío con su edad, y ella me dijo: «siempre soñé con tener estudios universitarios y ahora estoy teniendo uno».  Después de clase caminamos hasta el edificio de la federación de estudiantes, y compartimos un batido de chocolate. Nos hicimos amigos instantáneamente.

Todos los días en los siguientes tres meses teníamos clase juntos y hablábamos sin parar. Yo quedaba siempre extasiado oyendo a aquella «máquina del tiempo» compartir su experiencia y sabiduría conmigo.

En el curso de un año Rosa se volvió un ícono en el campus universitario y hacia amigos fácilmente donde quiera que iba. Adoraba vestirse bien, y se reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes. Estaba disfrutando la vida… Al fin del último semestre invitamos a Rosa a hablar en nuestro banquete del equipo de fútbol. Fue presentada y se acercó al podium. Cuando comenzó su charla dejó caer  tres de sus hojas al suelo. Frustrada, tomó el micrófono y dijo simplemente: «Disculpen !Estoy tan nerviosa! Nunca lograré colocar mis papeles en orden de nuevo, así que déjenme hablar a ustedes sobre aquello que yo sé».

Mientras reíamos ella despejó su garganta y comenzó:

«No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar. «Existen solamente tres secretos para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito: – Se necesita reír y encontrar humor en cada día. – Se necesita tener un sueño, pues cuando estos se pierden, uno muere…

¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera lo sospechan! Se necesita conocer la diferencia entre envejecer y crecer.

Si Ud tiene 19 años de edad y se queda tirado en la cama por un año entero sin hacer nada productivo, terminará con veinte años… Si yo tengo 87  años y me quedo en la cama por un año y no hago nada, quedaré con 88 años …

Cualquiera consigue quedar más viejo. Eso no exige talento ni habilidad.

La idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidades. Los viejos no se arrepienten por lo que hicieron sino por lo que dejaron de hacer.

Las únicas personas que le tienen miedo a la muerte son aquellas que tienen remordimientos.

Al fin de ese año, Rosa se graduó. Y una semana después de recibirse, Rosa murió tranquilamente durante el sueño.

Más de dos mil estudiantes fueron a su funeral en tributo a la maravillosa mujer que enseñó, a través del ejemplo. Que nunca es tarde para ser todo aquello que uno puede probablemente ser.

Envejecer es obligatorio, crecer es opcional.

En memoria de Rosa.

Extractada de internet.

luiscarloscorrearestrepo@gmail.com