19 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El guayabo que nos producirá la Fábrica de Licores 

Jorge Alberto Velasquez


Por Jorge Alberto Velásquez Peláez 

Escribo sobre la Fábrica de Licores de Antioquia, pero confieso que me siento muy limitado, pues algunos hechos no los entiendo, como tampoco entiendo el lenguaje de su gerente ni informes que he consultado; en consecuencia, los ininteligibles solo los mencionaré para que quede una visión general de la empresa, absteniéndome, como así debe ser, de expresar respecto a ellos quizás incómodos juicios de valor.

Para empezar, no entiendo cómo la compañía gasta en abogados por un pleito en proceso contra las firmas Marketing Global Brands y Grupo Universal Beverage, comercializadoras de sus productos en el exterior, el 27% del valor de su exportación anual de 5 millones de botellas (cifra dada por el señor Hurtado, aunque yo poseo información de un total nacional de 5,5 millones de botellas de aguardiente y Ron. Eso tampoco lo entiendo). 
Menos entiendo que un cartel (antes se decía oligopolio) conformado por tres empresas distribuidoras de la FLA, sea castigado por la Superintendencia de Industria y Comercio con una multa de $17.500 millones por restricción de la libre competencia, pero recibe como premio de consolación o desagravio de parte del gerente de la licorera un contrato por cinco años, el cual afecta la autonomía en materia de selección de compradores del próximo gerente, e incluso de quien le siga a ese, en su primer año. Claro está que el próximo «afectado» podría ser el propio Javier Hurtado, si gana Luis Fernando Suárez la Gobernación.

¿Por qué se les dio a las empresas sancionadas de nuevo la distribución? ¿Llegará Hurtado a su meta de 67 millones de botellas? Probablemente los nuevos viejos y sancionados distribuidores «descartelizados» ayuden con ese propósito. En ocho meses de este año se vendieron poco más de 12 millones de botellas de aguardiente. 
Y finalmente, tampoco entiendo el nuevo rumbo que quiere darle a la FLA su actual gerente: concentrarse en un solo producto, el aguardiente verde, pues poco le preocupan el ron, participando ya la Licorera de Caldas con el 80% del mercado paisa, ni los aguardientes más tradicionales. No pierdas el norte de tu empresa, le decía un experto japonés que conocí a la empresa antioqueña Caribú.

No perder el norte es seguir produciendo la chocolatina JET, la margarina La Fina, o, regresando al pasado, haber seguido siendo la mejor aerolínea colombiana ACES, sin dejarse absorber por su competencia, la peor.

En 1985 se le presentó al mundo «New Coke», una gaseosa de Coca-Cola con nueva fórmula, que reemplazaría a la clásica; tuvo 79 días de vida, pero se aseguró un lugar en el Museo del Fracaso. Esa innovación de marketing de la compañía estadounidense casi la llevó a desaparecer del mercado por completo.  
Las exportaciones mundiales de licores suman 35.000 millones de dólares, y Colombia participa en ellas con 0,0006%. Exportamos principalmente aguardiente, para un mercado étnico, de colombianos en el exterior, sin mayores posibilidades de crecimiento y sin la dinámica que permita pensar que nuestras empresas licoreras se puedan internacionalizar gracias a ese producto.

Pero solo vendemos en el exterior 7 millones de dólares de ron, este sí, con perspectivas de crecimiento, pues no es un producto que dependa exclusivamente del amor por la patria, la nostalgia y los recuerdos de sus consumidores, sino que tiene mayor aceptabilidad y proyección internacional.

Bacardí vende al año 20 millones de cajas de 9 litros. Parce, Dictador, La Hechicera, son apuestas colombianas de calidad para competir en el mundo, y son rones, no aguardientes.

Y mientras Hurtado abandona el norte de la FLA y se dirige a la monoproducción del aguardiente verde, su competidor la Licorera de Caldas le apuesta a su internacionalización con rones mediante apertura de nuevos mercados y consolidación de los existentes.

Visión global que contrasta con la visión parroquiana del gerente de nuestra empresa de licores.  
Y un riesgo a futuro. El competidor del que sería en el mediano plazo el producto único de nuestra FLA, es el aguardiente Amarillo caldense, tan bueno y peligroso comercialmente que por eso no se puede vender hoy en Antioquia. Riesgo latente.

Para terminar, debemos entender que una botella de licor importado sustituye a uno nuestro, y por ello 89 millones de litros extranjeros que consumimos el año anterior deben preocuparnos respecto al futuro de las empresas productoras nacionales.

Pasar de 74 millones de dólares en importaciones hace una década a 215 millones el año anterior solo puede ser visto como una real amenaza, así el señor Hurtado logre cumplir con la meta que anunció de botellas vendidas para 2023.

La Fábrica de Licores debe entender que la apertura comercial se inició en 1990 con el presidente Gaviria. A veces las noticias llegan tarde.