4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El efecto Cepeda

Por Martín Cardona Mendoza 

La abrupta salida del senador conservador antioqueño Carlos Andrés Trujillo González de la presidencia del directorio nacional de ese partido, significó un golpe para la facción de esa formación política que él lidera en Antioquia y un respiro para otros congresistas y dirigentes que veían que Trujillo González dirigía ese colectivo a la vieja usanza de un señor feudal.

Para matizar el intento de aferrarse hasta el último momento de la presidencia partidista tras perder los respaldos necesarios y propiciar la ya cantada del senador costeño Efraín Cepeda Sanabria a presidir ese partido, se habló simultáneamente con su caída de un acuerdo del conservatismo consistente en que para la tercera legislatura que comienza el 20 de julio de 2024 se le aseguraba la presidencia del senado a Trujillo González. Ese virtual compromiso, conforme a los pactos de la coalición gobiernista de que la presidencia para 2024 sería para el Partido Conservador, difícilmente recaería en el depuesto senador Trujillo.

Tuve en mente el trago amargo vivido en julio de 2009 por el senador antioqueño Gabriel Zapata Correa, elegido por Alas Equipo Colombia a quien, pese a los acuerdos políticos suscritos en el último gobierno de Uribe Vélez, le hicieron conejo y finalmente el ungido para esa legislatura fue el senador costeño Javier Cáceres de la cuerda de Cambio Radical.

Finalmente, todo se supo porque el golpe también estaba dirigido a Luis Alfredo Ramos Botero, Gobernador de Antioquia por esa época, trama que al parecer fue urdida por Fabio Valencia Cossio quien oficiaba como ministro del Interior y rival político directo de Ramos Botero.

Traigo a cuento esta historieta porque la golosina de una eventual presidencia del Senado para Trujillo en 2024 no es más que un bombón de trapo, pues, el presunto acuerdo partidista está pegado con engrudo; además, en diecisiete meses pasan muchas cosas en el Congreso de la República y en la coalición de gobierno que viene fisurando lo que se ha construido de institucionalidad a través de nuestra vida republicana.

Voté y promoví la elección del doctor Carlos Andrés en 2018 y 2022, pero considero que si uno de los detonantes para la estruendosa caída de la presidencia del conservatismo fue su alianza personal en Antioquia para las elecciones territoriales de 2023 con el dirigente Julián Bedoya Pulgarín, virtual candidato a la Gobernación, el senador Trujillo González sigue haciendo méritos para que definitivamente no asuma la presidencia del Senado en 2024.

Con la llegada del senador Efraín Cepeda Sanabria a la presidencia del partido, –de un caballero de la política– como lo calificó en su última columna de El Espectador el 18 de febrero Ramiro Bejarano Guzmán; se reorienta la posición del partido de Caro y Ospina frente a la provisión de dos posiciones clave: la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín. Quedará claro por lo pronto que la alianza Trujillo – Bedoya es una alianza personal y no institucional, es decir, ajena a los propósitos, principios y valores fundacionales del Partido Conservador Colombiano.

Hubiera gustado bastante que la penosa adhesión del Partido Conservador a la coalición gobiernista de Petro le hubiera tocado a Cepeda Sanabria y no al senador Trujillo y que fuera este último quien asumiera la tarea de enderezar los rumbos de la colectividad que desde muy joven lo ha colmado de gallardetes, pero se sabe que eso es pura ilusión.

En la renombrada fiesta del viernes 3 de febrero en Medellín como un cumplido a los periodistas en su dura faena, el evento social y político sirvió para consolidar la alianza Trujillo – Bedoya. Sorprende que uno de los notarios de ese irregular juntamiento jurídico haya sido Lucas Cañas Jaramillo, tan cancherito para unas cosas y tan lento para otras. Olvida el concejal de Medellín con qué esfuerzo, alegando qué causal y por la vía judicial le arrebató la curul a uno de sus correligionarios.

Si a la indisciplina ideológica y de principios le sumamos los inconvenientes políticos que de paso le estaban cerrando puertas a aspiraciones electorales consistentes como la de Juan Diego Gómez Jiménez a la Gobernación de Antioquia, la experiencia del senador Cepeda Sanabria en la presidencia del Partido Conservador servirá para reconducir el rumbo de esa formación política y buscar que el impresentable alcalde de Medellín deje a una de sus dilectas fichas en la alcaldía y también para evitar a toda costa, manteniendo a raya, la llegada de un gobernador de línea petrista para 2024. La recuperación del poder nacional en 2026 comienza desde la periferia, en territorios clave como Medellín y Antioquia, y en eso deberá tener una extraordinaria influencia quien asumió la presidencia del partido hace pocos días. Ojalá sea el señor Cepeda quien más temprano que tarde con fundamento en el estatuto de la oposición, el que promueva la exclusión del conservatismo de la coalición nacional de gobierno. Bueno sería que hoy coincidan en eso los senadores paisas de ese colectivo: Mauricio Giraldo, Nicolás Albeiro Echeverry y German Blanco, con sus respectivas fórmulas a la Cámara los dos primeros, Luis Miguel López y Felipe Jiménez.

Amanecerá y veremos, pero en el evento comicial de octubre de 2023 deben prevalecer las alianzas institucionales y no las personales porque ningún partido en solitario podrá obtener una victoria que garantice que en Antioquia y Medellín se contenga la ya desvanecida ola petrista.