18 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El dios dinero tuerce decisiones

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Por Claudia Posada (foto)

Nos tocó la transición. Viejos, maduros, adultos,  jóvenes, adolescentes y niños lo estamos viviendo – o mejor, padeciendo – desde nuestra particular percepción. Bienaventurados los de mentes sanas, espíritus serenos y cuerpos fuertes. Desventurados aquellos que con toda razón necesitan calmar la ansiedad, fruto del confinamiento, porque se mueren de hambre y desesperación. Quienes quieren salir del encierro para volver a su rutina de bienestar social, no padecen afujías económicas; los otros, los que venden en su puesto estacionario confites y papitas embolsadas, tantas veces acosados por los del control del espacio público, no pueden entender plenamente por qué ya es la policía la que los obliga a encerrarse por las buenas o las malas. Aquellos que sienten ira incontenible porque les dijeron “abuelitos”, tampoco, a pesar de su solvencia académica, intelectual y económica, entienden  que el paso de los años mengua las defensas que normalmente abundan en los jóvenes. Unos y otros están perdiendo anticipadamente – y no es culpa de ellos- el sentido común, bien sea por su triste miseria,  o por  la arrogancia infaltable en las clases dominantes.

En las altas esferas están sobrellevando la carga del tener que decidir, aunque en sus cabezas se atropellen los consejos, posiciones encontradas, presiones más exigentes que de costumbre,  y la frustración. Para el caso de Colombia, hay un presidente, gobernadores y alcaldes que se reparten la responsabilidad que pesa sobre ellos, aunque de los cincuenta millones que aproximadamente somos en el país, un porcentaje considerable hace y deshace como atolondrados o aturdidos. Mientras la corrupción va en coche.

Somos generaciones de la mutación, sacudidos inesperadamente. Para los niños esta experiencia es una preparatoria; ellos serán sin temor, más bien con placer,  los amos que dirigirán los robots. Los jóvenes de hoy serán los diseñadores del nuevo mundo. La admiración tolerante ha de ser la mejor herramienta de los adultos para juzgar a los hijos. Adultos maduros que nos estamos contradiciendo en opiniones y posturas frente a la crisis pandémica 2020, tal vez alcanzaremos a mirar con algo o mucho de asombro, cómo se llega a la salvación del planeta gracias a los mejores “mocosos “ de hoy día. Los filósofos quedaron en la historia; a cambio, la inteligencia emocional será la habilidad de los triunfantes; la ciencia y la investigación estarán al  servicio de la tecnología. Los atolladeros de toda naturaleza se resolverán  con la Inteligencia Artificial como mediadora.

En todo caso, algoritmos y lenguajes de programación, por más precisos que sean, son finitos; no así aquel contenido prodigioso pero comprensible, sublime aunque sencillo, consignado en «Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común», la encíclica del papa Francisco que simplemente con leerla y asumirla  poniéndola en práctica individual y colectivamente – no como mandato católico sino como reconciliación con el planeta- devolvería el equilibrio infinito entre los océanos, mares, tierra,  seres humanos y animales; alterado cruelmente por nosotros, los llamados “animales racionales”.

Desde luego – hay que aceptarlo- el dios dinero ayer, hoy y mañana, tuerce decisiones.