19 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El campo colombiano regado con pesadumbres y desilusiones 

Claudia Posada

Por Claudia Posada

En Colombia tuvimos en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) la mejor aceptación que de gobernante se conozca; esto, por cuenta de su temple, su habilidad para el manejo de las relaciones políticas e internacionales, gobernabilidad, solvencia intelectual, y el juicio sensato de un buen estadista. Se le considera el mejor mandatario que nos haya tocado a las generaciones desde la alternancia de los partidos; compromiso de Estado con fecha del 1 de diciembre de 1957, cuando más de cuatro millones de ciudadanos (por primera vez votaron las mujeres) dijeron «Sí» al plebiscito sobre el pacto de los partidos; así se configuró el Frente Nacional.  Lleras Restrepo proyectó y puso en marcha el plan de reforma agraria para manejar los conflictos rurales de la época; ahora empeorados y no por culpa de su reforma. Su programa pretendía “equidad en la propiedad de las tierras y el mejoramiento de la calidad de vida de los campesinos, además de hacer productivas las tierras baldías y la redistribución de la propiedad”; según fue concebido y se enunció en ese entonces: “Para con ello generar el desarrollo y la paz del país, ya que hoy cobra vida la tesis que ¨si no hay paz en los campos, no hay paz en el país¨”. 

Y ni modo decir con certeza qué tanto se lograron los objetivos de la Reforma Agraria creada por Lleras Restrepo (Habrá historiadores que sí, desde sus puntos de vista, lo responden). ¿Cuándo se desdibujó hasta la realidad evidente de ahora, aquel propósito?; ¿quiénes o cómo la volvieron trizas? Lo cierto hoy, es que se retomó el penoso asunto del que se echa mano en los discursos de campaña, aunque de ahí no se pasaba: ¡Vamos a devolverle a los campesinos la vida digna que merecen!  Y lo peor, todavía en las promeses de campaña de quienes quieren ser los próximos gobernadores, cacaraquean lo mismo; tal parece que ninguno de ellos tenga la intención de actualizar el libreto; o acaso no se han percatado de que ya empezó a caminar la reforma Petro hacia el nuevo modelo agrario en el marco de una ley de 1994 que venía siendo ignorada. A lo que deben apuntar los candidatos de la campaña que culmina el 29 de octubre, si quieren votos en las zonas rurales, es ponerle acelerador con vigor, al cumplimiento de los objetivos que buscan darle otra cara al campo colombiano. 

En el actual gobierno se firmó la creación del Sistema Nacional de Reforma Agraria. “Es una deuda que tenía el Estado con el campesinado desde hace 29 años, cuando se expidió la Ley 160 de 1994 que ordenaba crearlo. El presidente Gustavo Petro y miembros del gabinete firmaron el decreto que reglamenta el Sistema Nacional de Reforma Agraria para que algunos ministerios, entidades y campesinos, trabajen de manera articulada y aceleren su ejecución. El Sistema será liderado por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, tendrá ocho subsistemas encabezados por diferentes carteras que permitirán la puesta en marcha de la Reforma Rural Integral”, fue lo asegurado por voceros del gobierno Petro, en el momento de la firma de su reglamentación por estos días.  

La publicación CONtextoganadero de este 15 de septiembre trae como su columna destacada la que el autor, José Félix Lafaurie Rivera, tituló: Si algo nos une… ¡Hagámoslo!; en ella, el presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos (desde agosto de 2004), habla de su participación en la construcción del acuerdo con el Gobierno Nacional para facilitar la compra de tierras con destino a la Reforma Rural Integral. Acerca de la propuesta que aceptó, él argumenta: “¿Por qué lo hice? Desde esas primeras charlas con Iván Cepeda quedaron claros dos factores importantes; el primero, que la Reforma Rural Integral, como promesa de campaña, programa de Gobierno y punto de honor del presidente, se haría SIN nosotros o incluso CONTRA nosotros; y el segundo, que aún en medio de reconocidas diferencias, teníamos con el Gobierno puntos de encuentro alrededor del desarrollo rural y, en consecuencia, el mejor camino era una reforma agraria “CON nosotros”, a partir de “lo que nos une””. 

“¿Qué nos une a los ganaderos con el Gobierno Petro? He sido reiterativo en esa respuesta: Primero: que la paz pasa, necesariamente, por la recuperación económica y social del campo. Segundo: que Colombia tiene condiciones para convertirse en potencia agroalimentaria; y tercero: el reconocimiento del derecho del campesino a la tierra, pero entendiendo que un título de propiedad no lo saca de la pobreza, sin las condiciones y bienes públicos que hacen a la tierra realmente productiva y un proyecto de vida digno; y entonces volvemos a la urgente recuperación del campo”. En la columna de Lafaurie Rivera, se lee que “(…) las convicciones compartidas no son suficientes; pero hoy tenemos voluntad política y un acuerdo funcionando, con ofertas superiores al millón y medio de hectáreas y más de 700 mil viables para compra, como lo informó el director de la Agencia Nacional de Tierras en la reunión. Como nunca, hay tierras para comprar y recursos para comprarlas”. 

Y remata con la misma frase del título de su columna, dice: “De mi parte, el mensaje seguirá siendo: Si nos une un objetivo común…, ¡Hagámoslo!”. En conclusión ¿qué nos queda por hacer a los ciudadanos del común? Pues creerle y esperar resultados; ¿y particularmente qué con los campesinos? Tener confianza en la Reforma, pensar que caminará para fortalecer con hechos sus esperanzas para que no sigan las incertidumbres como las de aquel campesino de Anorí, Antioquia, el día en que estalló de desconsuelo y rabia, sintiéndose humillado en su dignidad, al no vender sus cargas de yuca, y entonces con amargura regarla por el piso en la plaza ver si regalada si les gustaba, sabiendo que a él le espera el pago de las cuotas del préstamo en el banco para sus cultivos.