17 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El alma en un hilo  

Carlos Alberto Ospina


Por Carlos Alberto Ospina M.

Ciertas personas calculan su miseria íntima conforme a la moral basada en la autenticidad y la recopilación de las vivencias frustrantes. Es el cuento de nunca acabar de la melancolía y el relato onírico de lo que es bueno, aunque inquiete en el alma la falta de resolución para, al menos, hacer un poco. 

Con carácter inmutable, unos siguen las huellas de alguien a manera de punto de referencia de belleza ideal, tan efímera como la palabra o la reflexión sobre la subjetividad de la última desdicha humana. Ahí que no interesen la mayoría de las desgracias ajenas y menos de lo debido, en caso de que impere la turbiedad propia. 

Al prisionero de la duda y del prejuicio le cuesta decir lo que se viene a la boca en razón a los falsos sabios y a los ‘consejeros prudentes’ que provocan la dispersión por miedo de ser. En este espacio, la actitud precisa consiste en atender solo a su interés, así se tenga el alma en un hilo, es menester realizar el trabajo para derrotar la dictadura interior que atormenta los sentidos y la razón. 

Hay gente que atribuye el envenenamiento de la ilusión a las reliquias de las santas, a la dualidad vital, a las experiencias místicas o a la prudencia; la verdad amarga de unas cosas y de otras, es la ausencia de determinación. En presencia de algo dudoso que durante largo tiempo ha condicionado la ambición, el talento y el amor libre; la expresión del sujeto debe dirigirse a dominar el mundo simbólico sugerente y el tono satírico, remplazándolo por la decisión fulminante de actuar y gobernar sus acciones. No somos nadie, salvo en el reino inviolable de nuestro pensamiento. 

Sí, jugar los años que restan por vivir, fuera de cualquier habilidad conocida y echándose encima el riesgo de la naturalidad sin advertencia ni dejadez. ¡Qué más abandono que la misma muerte! Vale la pena la potestad de ejercer la conveniente voluntad sin sujeción ni sometimiento alguno. 

“…Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. 

Para seguir sin temor por el sendero, 

pues llevo conmigo la experiencia adquirida 

y la fuerza de mis anhelos 

¿Qué cuántos años tengo? 

¡Eso!… ¿A quién le importa? 

Tengo los años necesarios para perder ya el miedo 

y hacer lo que quiero y siento. 

¡Qué importa cuántos años tengo! 

o cuántos espero, si con los años que tengo, 

aprendí a querer lo necesario y a tomar, solo lo bueno.” 

(Fragmento del Poema ‘¿Qué cuántos años tengo?’ José de Sousa Saramago escritor portugués. Azinhaga, 16 de noviembre de 1922-Tías, 18 de junio de 2010. Premio Nobel de Literatura 1998).