18 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Doña Nelly: In memoriam 

Por Martín Cardona Mendoza (foto) 

Se nos fue súbitamente y sin dar aviso a nadie Nelly Quintero Piedrahita. Que batacazo significó su muerte el pasado 25 de enero para la comunidad cisnereña la subregión del nordeste de Antioquia, para su familia y en particular para su Partido el Conservador; el Partido de Caro y Ospina que en el municipio de Cisneros por tres periodos la eligió su alcaldesa popular. 

Hablar de doña Nelly, es referirse a la historia política de este municipio durante los últimos treinta años en la que fue actora principalísima, pues entre 1992 y 1994 cuando los periodos eran de escasos tres años gobernó a Cisneros, lo hizo también entre 2001 y 2003 y por última vez entre 2012 y 2015. Se postuló cuatro veces y solo perdió las elecciones en octubre de 2007 con Carlos Arturo Pérez el popular Santa Rita. Perdió bien y así lo reconoció, pero nunca se amilano. 

Su liderazgo social y político no solo se concentró en su amado Cisneros, también tuvo mucho que ver en procesos sociales e institucionales en Yolombó, San Roque, Santo Domingo, Puerto Berrio, entre otros municipios. 

Su cercanía con la gente hizo que su Partido la promoviera en una campaña política como candidata a la Cámara de Representantes, pero su proyecto no fructificó. 

Más que tomar nota de sus logros electorales, en el entendido de que de pocas mujeres en Colombia puede decirse que fueron elegidas popularmente mandatarias tres veces, es imposible dejar de hacer referencia a la Nelly amiga, madre, contradictora política, mujer dicharachera y líder social. Su particular desparpajo para decir las cosas, para asentirlas o para cantar la tabla como suele decirse y de lo que muchas veces fui testigo, hace parte del sello personal e intransferible de ella. 

Su tozudez y esa rebeldía personal que también fuera su sello, a la postre hicieron que muchos de sus proyectos personales y políticos resultaran avantes, pero también propiciaron el no feliz desenlace de su partida. Supe que el sábado anterior a su muerte, aunque ya estaba enferma de esa maldita peste que arrebata vidas sin distinguir, hizo un último recorrido y portando su particular sombrero de ala ancha, visitó a Yolombó pues se resistía a abandonar sus compromisos con las gentes del Nordeste. 

Conocí a doña Nelly, como siempre la trate hace unos treinta años, advertí siempre en ella que sin ser una mujer formada profesionalmente como siempre lo reconoció; a una persona jocosa, picara, ambiciosa, dotada de un particular humor negro y de carcajadas siempre felices. En febrero de 2011 la acompañé por una larga correría de unas catorce horas, fuimos a parar al municipio Salgar y durante esa larga travesía en carretera probamos toda suerte de viandas y mecatos, también me relato el proyecto que tenía de enviar a sus hijos Juan Daniel y Manuela a Londres para mejorar su inglés, finalmente supe que solo Daniel estuvo en Londres y que en esas lejanas tierras europeas construyó una historia maravillosa que necesitaría otra semblanza.  

A Daniel y Manuela, y a sus hijos vaya nuestro abrazo fraterno en esta difícil hora de la vida en que todo parece devastado, ellos deben saber que el pesar se diezma cuando se sabe que una madre y abuela como Nelly cumplió hasta su último aliento sus deberes superiores. Cuando esto pasa la muerte se troca en un sueño. 

Me contaba su entrañable amiga Margarita Vergara Agudelo que pese a la permanente actitud jocosa y risueña de Nelly, dos cosas constituían su impronta: carácter y temple, fiel a esos atributos de quien escoge el ejercicio de la vida pública como razón de su existencia, hicieron de ella a una gobernante gestora y con resultados tangibles en sus acciones de gobierno. 

En mi caso particular la definiría como una suerte de zoon politikon, es decir en un animal político como lo consignó Aristóteles en el libro 1 de La Política. Ella no requirió de mucha instrucción para saber de qué estaba hecha y cuál sería su principal compromiso existencial. Dedicarse a la gente y encontrar en la política el instrumento para el servicio fue lo que hizo desde muy joven, porque joven partió para la eterna y feliz certidumbre. Este trece de febrero apenas llegaría a los 64 años, pero la parca no le perdonó. 

En el tributo póstumo de que fue objeto en Cisneros el 27 de enero en la emblemática estación del ferrocarril, precedido de un corto desfile institucional que inició en el sector de la manzana donde tanto se amañaba con sus seguidores y escuchando la música popular que más le gustaba, las gentes de Cisneros tuvieron la oportunidad para abrazar su memoria y recordar sus ejecutorias. 

Pronto en esas horas posteriores a su abandono terrenal y por la vía de las redes sociales se multiplicó entre los paisanos un fragmento de la canción Soy Vagabundo de Rodolfo Aicardi que Nelly con su singular alegría y autenticidad cantaba mientras manejaba: mi vida a nadie le importa ni el camino que llevo. En ella todos los caminos conducían a la gente, a su amada comunidad y así fueron sus últimas obras, apenas el sábado anterior fue y volvió a Yolombo. 

Desde Cisneros: esta es mi tierra del alma que la baña el rio Nus, como lo dice nuestro himno raizal, rindo a doña Nelly Quintero Piedrahita homenaje de admiración y reconocimiento. Su memoria y obras terrenales permanecerán por mucho tiempo en nuestros corazones.