11 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Desde las neurociencias podemos mejorar los aprendizajes cognitivo, social y emocional

Enrique Batista

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto)

https://paideianueva.blogspot.com/

El aprendizaje se logra mediante todos los sentidos humanos con información que es procesada por el cerebro. Se aprende con el cerebro, y con todo el cuerpo. Aprendemos con el cerebro como órgano organizador de las experiencias humanas que resultan en aprehensión y discernimiento de los distintos fenómenos físicos, naturales, sociales y psicológicos. Se ama con el cerebro y no con el corazón, aunque con versos y prosas le ordenemos al corazón que amemos a la naturaleza, a la flora y la fauna y al resto de los humanos. Como se ama y se aprende con el cerebro, entonces, nos incumbe conocer cómo se aprende con este órgano. El aprendizaje permanente ha sido vital y esencial para nuestra configuración como especie y también, incluso, para nuestra propia supervivencia.

Por neurociencias, en términos abreviados, se entiende el conjunto de ciencias (por ejemplo, genética, informática, biología molecular, química, neuropsicología, fisiología, ciencias sociales, neuroanatomía) que, desde sus propios objetos y métodos, estudian la actividad cerebral asociada con la conducta, el aprendizaje y la existencia de las diferencias individuales. (https://rb.gy/t6ahh). 

El ser humano es «sapiens» en cuanto aprende de manera activa y constante, mediante procesos cognitivos conscientes, o sin una deliberada primera intención.  Quien aprende, inserto en variedad de contextos y riqueza amplia de estímulos sensoriales, está expuesto y accede de modo intencional o no a información y a una amplia multiplicidad de significados, con base en los cuales evalúa, procesa e incorpora las nuevas experiencias y conocimientos a su repertorio cognitivo, afectivo, social y moral. 

Los humanos, mediante la permanente activación de su potencial cerebral, no sólo acceden y procesan información para aprender, sentir y generar conocimientos, sino que han diseñado, como ninguna otra especie, escuelas como recurso vital de supervivencia, creando modos de enseñar para facilitar los necesarios aprendizajes por parte de todos, en especial de los niños y jóvenes. Los avances desde las neurociencias se han constituido en conocimientos esenciales para que las escuelas sean efectivamente centros sociales de formación, de aprendizaje genuino y sólido.

El proceso de formar a las nuevas generaciones se desarrolló hasta formalizar a la escuela como una imprescindible y universal institución social, aceptada por todos y sujeta a una variedad de regulaciones sociales. A la vez, alrededor de ella surgió la pedagogía, la cual enfatiza la relación armónica y productiva, con una variedad de enfoques formativos, entre estudiantes y maestros, con metas sociales consideradas de alto valor para la supervivencia de la especie y para la preservación y enriquecimiento de las diferentes culturas y, en general, de los bienes culturales de la humanidad, que no son más que los productos del aprendizaje humano generados, preservados y compartidos de modo solidario.

Alrededor de la institución escolar se generaron y validaron prácticas exitosas para un buen enseñar y aprender. Esa validación de esas prácticas, al demostrarse con el correr de los tiempos útiles y convenientes, fueron englobadas bajo el nombre de «Didáctica», la que en sus modelos operativos, dieron curso a las llamadas «Metodologías de la Enseñanza», concebidas para ser aplicadas acordes con los contextos sociales, las características de los alumnos, la naturaleza de los contenidos  de las diferentes disciplinas para enseñar y aprender, y enriquecidas, entre otras,  con  la experiencia cotidiana dentro de la misma  escuela apoyada con el conocimiento del impacto de las transformaciones sociales, de los avances en las ciencias y  tecnologías, manteniendo como foco los valores nuevos y los renovados.

Es decir, una escuela recorrida de dinamismo; una escuela que no sólo enseña, sino que en ella se aprende y se validan conocimientos. Una escuela que debió estar siempre sujeta a las adaptaciones e innovaciones que dictaran las nuevas circunstancias y nuevos valores sociales. Aspiración incumplida en muchos contextos escolares alrededor de todo el mundo, dada la variedad de políticas gubernamentales, impropias frente a la creación e innovación para el aprendizaje, y la resistencia bien reconocida en los contextos escolares para la creación y ruptura de viejos modelos educativos; resistencia que asegura la comodidad del estatismo y la vigencia de una tradición improductiva por encima de evidencia cierta de efectividad y pertinencia.

Así, ante la carencia de innovaciones en las escuelas, el modelo de enseñar de la misma manera a todos ha llevado a la perdida de valía del constructo «didáctica»; las prácticas de enseñanza para un buen aprendizaje han quedado cortas o ignoradas frente a las implicaciones y posibilidades positivas que tienen los muy decisivos adelantos científicos de las neurociencias para la enseñanza y el aprendizaje escolar desde preescolar hasta la educación superior y la educación de adultos.

La escuela en el mundo ha sido arrinconada; en ella se ha incrementado el riego de permanencia de los estudiantes; se ha renunciado, como norma general, a seguir validando e innovando, aunque se reconozca que es menester incorporar  a la enseñanza y el aprendizaje escolar los nuevos progresos científicos y tecnológicos, así como los cambios en el mundo del trabajo que exigen formación en nuevas y necesarias habilidades, con énfasis acentuado en las digitales y socioemocionales.

Desde los avances científicos en las neurociencias, se perfilan directrices para facilitar y mejorar los procesos de aprendizaje de todos y cada uno de los estudiantes. A manera de enumeración, con implicaciones para mejorar la enseñanza y alcanzar mayor riqueza en el aprendizaje, se sabe que el cerebro humano: Puede hacer crecer nuevas células y redes neuronales;  que el movimiento o activación cerebral  influye en el aprendizaje, o a sea que el mismo puede enriquecerse y cambiar a lo largo de toda la vida; dirige y focaliza la atención para comprender información y experiencias; es centro de las emociones, lo que implica que con alta motivación, deseos de aprender y compromiso emocional se alcanzan logros educativos de alto nivel; es el fundamento para aprender con las emociones. Además, el cerebro es: adaptativo, por lo que impacta el aprendizaje frente  a variados estímulos y circunstancias; cimienta e instituye los modos cómo nuestras memorias son codificadas y recuperadas; es emocional, lo que permite fijar bases para procesos de aprendizaje resaltados y recorridos de entusiasmo; es  diestro para las artes y la música; está conectado a todo nuestro cuerpo, por lo que un buen aprendizaje involucre cuerpo y mente; permite optimizar el valor de los tres primeros años de vida,  así como el valor de la nutrición en el aprendizaje. (https://rb.gy/t6ahh).

Caso aparte merece la característica cerebral de la «neuroplasticidad», demostrada desde las neurociencias. El cerebro se adapta y reorganiza a medida que se alcanzan nuevos aprendizajes, cambia constantemente y se restablece con las nuevas experiencias, lo que ha dado base para resaltar que se puede aprender bien y más durante toda la vida. Otro impacto en las prácticas escolares de los hallazgos científicos en las neurociencias es que el cerebro facilita que el alumno realice esfuerzos conscientes de metacognición; o sea, la realización de reflexiones sobre el aprendizaje propio que le permitan en las subsiguientes oportunidades seguir aprendiendo, con mayor eficiencia y mayor estabilidad en las memorias a mediano y largos plazos, así como mejorar la capacidad de aplicación de lo sentido y aprendido en noveles circunstancias y momentos nuevos. (En los siguientes enlaces el lector puede leer más sobre los impactos de las neurociencias en los aprendizajes escolares: https://rb.gy/qh1dvhttps://rb.gy/r6hythttps://rb.gy/n3l0ohttps://rb.gy/12ffe,  https://rb.gy/oqm6n).