18 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Defensa del humanismo y de Europa

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez 

Con una sorprendente energía moral Josep Borrell ante el Parlamento Europeo acaba de condenar la invasión a Ucrania, ordenada por un enfermo mental como Putin y de calificar este despropósito militar contra un país pacífico como una demostración del Mal ante el cual los valores del Humanismo Occidental deben acudir en defensa de una nación cuya aspiración de integrarse a Europa no puede impedirse mediante un desproporcionado despliegue de violencia.  

Desde Catalina II la aspiración de incorporar Rusia a Europa de la mano de Diderot y Voltaire fue abrir a Rusia a las luces de la Razón y a una sociedad moderna tal como lo ilustra la obra de Pushkin, Tolstoi, de Dostoievski, de Chejov, de Gogol o de Berdiáyer –precisamente nacido en Kiev- donde el gran pensamiento ruso pone de presente su condena del mal y la ardiente afirmación de una aurora moral que supere el estigma del atraso social y económico, la tentación al recurso de la violencia.  

Recuerdo vivamente las discusiones que siguieron al llamado Tratado de Maastricht en 1992 cuando se establecieron las bases de la Unión Europea. Habermas el gran pensador la calificó como un simple convenio entre comerciantes ya que olvidaba que Europa es ante todo la presencia espiritual del Humanismo. Legado necesario para seguir enfrentando las agresiones del estalinismo puestas  de presente en la represión de la rebeliones checas y húngaras que volvieron a recordar a los países libres lo que suponía la Cortina de Hierro y el intento de eliminar y borrar de la memoria de esas sociedades esclavizadas por el comunismo, la presencia del pensamiento Occidental como un pensamiento crítico liberador.  

La inhumanidad del estalinismo continúa presente en Colombia disfrazado  de eslóganes como ”La paz y no la guerra”, “Paz para Arauca y no al ejército” y que a través de FECODE y de ciertas organizaciones de sindicalistas, intelectuales, periodistas ha buscado coronar un objetivo muy claro, borrar mediante el asalto a la educación pública y la difusión de mentiras a través de las plataformas rusas nuestro vínculo espiritual con la Europa del Humanismo que hoy se ha levantado vigorosamente para responder a las locuras de Putin. 

Cuando Borrell nos recuerda la directa responsabilidad de los gobiernos europeos y sobre todo de la inteligencia, de las universidades en la condena de esta afrenta a los valores que definen nuestra civilización, nos recuerda también la prioritaria necesidad de señalar al dictador y a su corte de mafiosos, a la burocracia militar corrompida por su complicidad con esta agresión a Ucrania recordándoles que ya la Corte Penal de Justicia Internacional los ha señalado como cómplices de esta masacre.  

¿Vamos a seguir ignorando el éxodo cruel de seis millones de desplazados por las FARC? ¿Vamos a seguir diciéndonos que nunca vimos el desfilar silencioso de millones de desplazados por el títere de Maduro? ¿Vamos a seguir ignorando que las plataformas y los radares rusos instalados en las fronteras de Venezuela y que espían nuestras actividades no existen y son un invento del “uribismo”?  

Defender a Arauca, al Caquetá, al Cauca, a Colombia de las garras del putinismo invasor es simplemente una tarea de responsabilidad política ante una agresión que ya está en marcha contando con la complicidad de ciertos medios de comunicación. 

Como dice Borrell recordándonos el nacimiento de la Europa geopolítica: “Las fuerzas del mal, las fuerzas que pugnan por seguir usando la violencia física como una forma de resolver los conflictos, siguen vivas”. 

A votar entonces contra esas fuerzas del mal.