“Soy como aquella banca del jardín, la caneca de basura, el colibrí o el árbol. Soy parte del paisaje protegido”. En todos los tonos resalta su humilde modo de vivir y la forma como se ha apropiado de la esquina del parque, ubicado en inmediaciones del centro comercial Unicentro de Medellín, desde la mañana que resolvió abandonar la mecánica industrial, el torno y la fresadora por la piedra de talco.
“Un patrón me robó mucha plata. Yo no quería trabajar para nadie. Un hermano me enseñó a hacer buhitos y le cogí amor a esta almendra que moldeo con mis manos”. Por fin, 10 minutos después, distingo su rostro oculto debajo de la vieja gorra, enmarcado por la espesa barba entrepelada, la gafa sujetada a media nariz y el rosario pendiendo del cuello. No hubo la mueca ni siquiera el gesto afable; tal vez, las historias que se caían de sus ojos y la mano polvorienta apretando la mía, crearon la atmósfera de humana compañía.
La posición de loto facilita abrir la imaginación, flexibilizar las ideas y cubrir las rodillas con una lona de fibra artificial. A sus 63 años de edad, la postura de yoga le permite esculpir por varias horas y tener cerca el mineral. (Lea la columna).
Más historias
Oscar Darío Pérez por su 5ª legislatura por el Centro Democrático
Ana Ligia Mora, “Enamorada de Antioquia”, busca la Cámara por el CD
Este puente festivo disfrute los Alumbrados EPM en Medellín y 15 municipios