23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

 

Por Carlos Alberto Ospina M. (foto)

“Soy como aquella banca del jardín, la caneca de basura, el colibrí o el árbol. Soy parte del paisaje protegido”. En todos los tonos resalta su humilde modo de vivir y la forma como se ha apropiado de la esquina del parque, ubicado en inmediaciones del centro comercial Unicentro de Medellín, desde la mañana que resolvió abandonar la mecánica industrial, el torno y la fresadora por la piedra de talco.

“Un patrón me robó mucha plata. Yo no quería trabajar para nadie. Un hermano me enseñó a hacer buhitos y le cogí amor a esta almendra que moldeo con mis manos”. Por fin, 10 minutos después, distingo su rostro oculto debajo de la vieja gorra, enmarcado por la espesa barba entrepelada, la gafa sujetada a media nariz y el rosario pendiendo del cuello. No hubo la mueca ni siquiera el gesto afable; tal vez, las historias que se caían de sus ojos y la mano polvorienta apretando la mía, crearon la atmósfera de humana compañía.

La posición de loto facilita abrir la imaginación, flexibilizar las ideas y cubrir las rodillas con una lona de fibra artificial. A sus 63 años de edad, la postura de yoga le permite esculpir por varias horas y tener cerca el mineral. (Lea la columna).