1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 66 del maestro Gardeazábal: Los damnificados de Londres

@eljodario 

Desde hace muchos años los centrovallecaucanos que viven y trabajan en Inglaterra son bastantes. Hacen parte de una diáspora muy unida que giran religiosamente sus remesas a los hogares que dejaron en Colombia. Por estos días, cuando se ha conocido que el grupo Arcadia en Inglaterra, dueños de los populares almacenes Topshop, Topman, Dorothy Perkins, Evans y Burton, se ha declarado en quiebra por la pandemia y licenciado a 13 mil empleados, la imagen de desesperanza ha llenado muchos hogares de la zona que tienen sus vibrantes nexos con la neblina londinense. 

No sé cuántos sean, pero sí conozco que han constituido una cadena intrincada de proveedurías, empleados y contratos alrededor de esos almacenes por lo que el impacto puede ser mayor de lo previsto ya que se une a las navidades y a un año en donde el covid les dejó por lo menos dos meses en blanco. Tal vez por ello, y recordando un episodio sucedido hace más de 35 años, el humor valluno ha ido llamando a esas familias “los damnificados de Londres” porque pasarán unas navidades igual de desplatados que los que entonces llamaron “los damnificados de Los Angeles” 

Por aquellos remotos días, tal vez demasiados para que lo recuerden, cuando se hacían fortunas vertiginosas logrando coronar cargamentos de cocaína mandados en avionetas a los Estados Unidos, en mi pueblo sucedió un episodio que traumatizó la economía por mucho tiempo, pero sobre todo en ese diciembre. Entonces y por primera y única oportunidad, dicen las lenguas chísmicas de mi pueblo, un grupo crecido de 52 tracos, traqueticos y aspirantes a ser señores del negocio hicieron vaca para arriesgar un DC-4 y mandarlo con varias toneladas de coca hasta California. Los grandes dizque pusieron su cuota mágica, los otros de a 100 kilos y una dizque larga lista de pichurrios pusieron de a 40 o 50 kilos. Era la época en que las cocinas de la droga purificaban con éter la pasta que traían desde Bolivia y no estaban en las selvas. 

Fue a principios de diciembre y como detrás de los 52 socios de la aventura había muchas personas y familias esperanzadas, la noticia de que habían coronado se volvió bochinche y todos comenzaron a idearse públicamente planes para pasar unas navidades hinchos de plata y poderla gastar. Empero dos días después, la noticia la trajeron las agencias de prensa. Un cargamento de más de 10 toneladas había sido decomisado en una bodega de Los Angeles donde lo tenían depositado. Era el alijo de los traquetos de mi pueblo y la noticia desbarató ilusiones y navidades y volvió trizas las esperanzas. 

Los gocetas pudieron burlarse de los que en 48 horas subieron al cielo y bajaron de nuevo al infierno y los llamaron “los damnificados de Los Angeles”. (Opinión). 

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.