19 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 587 del maestro Gardeazábal: el expediente 777

@eljodario

El pasado viernes, cuando marchaba tras el féretro de Cecilia Pazmín de Terranova, rumiaba una y otra vez en las escenas que ella y yo vivimos el 23 de abril del 2009, cuando nos acarició lo imposible de vaticinar y un comando de cinco hombres armados de pistola y una mujer, que coordinaba vía radio el operativo, nos puso quietos en la casona materna del barrio Sajonia de Tuluá, donde yo trasmitía La Luciérnaga.

Cecilia, que en ese entonces tenía 80 años y había acompañado a mi madre por muchas décadas, me había pedido al jubilarse que no le quitara el oficio casero y que ella me acompañaría todas las tardes mientras yo transmitía. Lo hice como correspondía al cariño que mutuamente nos guardamos y como inocentemente abrió la puerta de la, el comando entró.

Durante un par de horas, mientras escarbaban mis archivos y computadores y empacaban  lo que dizque necesitaban, a mí me sentaron en una silla bajo la amenaza de la pistola y a ella la encerraron en un baño con la condición de que no gritara.

Fue una noticia nacional, obviamente. Y más cuando la cámara de seguridad ofreció las placas del camioncito donde llegaron y este resultó ser de la Inteligencia del Ejército, camuflado en una empresa de acarreos.

El presidente Uribe se puso al tanto y como salía del país esos días, encargó a Bernardo Moreno para que asumiera la investigación. Al día siguiente llegaron Moreno y también el ministro Padilla de León y los generales comandantes del ejército a explicar lo inexcusable.

Con el tiempo, un pajarito, de esos que comunican a Maduro con Chávez, me sopló que el vehículo de acarreos había sido alquilado por otra entidad del estado para hacer evidente al Ejército y ocultar la búsqueda no oficial de una presunta copia de un tal expediente 777 de la Fiscalía que yo dizque había recibido y que después un amigo Fiscal me verificó que había desaparecido del archivo oficial.

maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.

¿Cómo no iba entonces a recordar este episodio traumático mientras marchaba agradecido y compungido el viernes tras el féretro de Cecilia?