2 mayo, 2024

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Crónica #38 del enchuspado maestro Gardeazábal: Los murciélagos

@eljodario

Los pobres murciélagos han vuelto a figurar por estos días de angustia universal como lo que no son.

Como resultan ser los únicos mamíferos que vuelan. Como cruzan sin tropezar en las noches más oscuras. Como desde la mitología maya del Popol Vuh hasta  en las fábulas de Esopo los mostraron como híbridos siniestros y fantasmales. Pero como al mismo tiempo los chinos y los japoneses antiguos los consideraron portadores de la fortuna, la longevidad, la salud y el amor a la virtud y dotados de poderes especiales y los indígenas australianos los adoraban como protectores de la virilidad y algunas tribus africanas y americanas del norte los consideraban un resucitador, los murciélagos han sido el punto de contacto o de divorcio entre oriente y occidente.

En nuestra cultura los hemos asociado a las brujas y los maleficios. Da Vinci los dibujó como máquinas voladoras, los árabes en su libro de brujerías “Picatrix” de las épocas de Alfonso el Sabio, le daban valor mágico a su sangre, y como son ratones con alas, hemos heredado genéticamente el asco por ellos y el repudio por su fealdad aumentándoles los defectos y ocultando sus virtudes.

De nada ha servido demostrar que son mamíferos voladores con radar, que emiten las mismas ondas primitivas de los celulares  para no chocar en sus vuelos nocturnos. Por el contrario, en estos días un conferencista de alto vuelo en Arizona hizo suponer que con las superpoderosas 5 G que controlan a Wuhan completamente, los murciélagos y los humanos de esa ciudad estaban intoxicados magnéticamente y podrían aumentar el crecimiento del virus corona que ha sido encontrado históricamente en esos quirópteros chinos.

Pero aunque están dotados de un sistema inmunológico que les permite ser tolerantes a distintos tipos de virus cualquier referencia a ellos y a quienes los consumen, como en Wuhan, va asociada al concepto de asco y cochinada.

A la par que crece la búsqueda del antídoto como la de encontrar el origen de la peste que nos consume, los murciélagos volvieron a vitrina porque se supo que los estaban estudiando en el laboratorio 4 P de virología de Wuhan, centro de estudio patrocinado por Beijing, la OMS, Gates y universidades francesas y americanas. Y los fabuladores de misterios les están echando la culpa al hecho de que alguno de ellos pudo haberse escapado de ese centro singular de estudios genéticos y contagió a los que vendieron en el mercado de animales salvajes de esa ciudad china.

Es probable que resulte ser cierto que por estudiarlos abrieron la caja de Pandora que hoy nos devora. Pero ya habrá tiempo para que los promotores y, sobre todo, los financiadores de ese laboratorio chino, comenzando por Microsoft, nos cuenten más detalles de lo que en verdad estaban buscando en Wuhan.

Por lo pronto debemos alistarnos para que, en el nuevo orden mundial que se nos vino encima, los pobres murciélagos recuperen su status de divinidades híbridas, que vuelvan a ser dioses de la fealdad dotados para ser chupadores de sangre ajena y hasta símbolos universales de las macro corporaciones que están logrando adueñarse del mundo succionándonos con la combinación perfecta de pánico, enfermedad y comunicaciones.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal