4 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: Un juez rebelde, de pluma exquisita 

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

Increíble el silencio y el olvido que cubrieron los últimos días de la vida y la posterior muerte del poeta, cuentista, novelista y abogado Andrés Fernando Nanclares Arango. Un manto de indiferencia se cernió sobre los últimos años de su vida y todos, academia, jueces, literatos, medios de comunicación, amigos y paisanos condenamos al ostracismo a un juez probo, estudioso, profundo, rebelde, de pluma exquisita e ideas vanguardistas. Andrés fue un distinguido en todo lo que se propuso y jamás pasó desapercibido en sus labores y empeños.  

Había nacido en Frontino por el año de 1952, aunque otros sitúan esta fecha en 1954. En su pueblo natal vivió los primeros años de su vida y pronto tuvo que abandonarlo con los suyos por la persecución política y familiar que sufrió su señor padre en épocas aciagas de la violencia política en Colombia. Se hizo abogado en la Universidad de Antioquia, donde se conoció con Carlos Gaviria Díaz, prologuista de algunas de sus obras. Ejerció su profesión como juez penal de Medellín y magistrado auxiliar se la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia. Conferencista solicitado de muchos foros y encuentros académicos, columnista ocasional de las páginas literarias y judiciales de periódicos como El Tiempo, El Espectador El Colombiano y El Mundo de Medellín y de revistas como Macaluna y El Malpensante. 

Su producción literaria fue muy prolija, entre sus principales obras debemos resaltar: Los jueces del mal, un crítico ensayo sobre esta profesión; La vida del austriano Sergio Pera del Olmo, una novela corta; Búsqueda;  Los imparciales; Tiempos nuevos; Baraja de señales, obra auspiciada por la Cooperativa de Trabajadores del entonces Seguro Social; Esta tiniebla que me alumbra; Las tres ánimas del Sistema Penal Acusatorio; Golpe de Mallete, un libro de cuentos; Los jueces de mármol, ensayo sobre la función judicial y su obra más conocida; Seducción de luna; Piel adentro, otra esplendorosa selección de cuentos, amén de cientos de conferencias y artículos cortos. 

“Premiado en varias ocasiones por sus cuentos y poemas. Su escritura maneja el humor cáustico, la sátira mordaz contra el conformismo espiritual de nuestro tiempo y abre fisura en el ánimo de quien lo lee” (tomado de EcuRed). En el año de 1990 ocupó el segundo puesto en el concurso nacional de poesía «Carlos Castro Saavedra». En 1991 obtuvo el primer premio en el concurso de poesía patrocinado por la Secretaría de Educación del municipio de Medellín. Curiosamente, convocado por esa misma dependencia, en la misma época y con jurados distintos, se ganó un concurso de cuento. 

Narra el periodista Alejandro Santos Rubiano el 7 de febrero de 1993, en el periódico El Tiempo, que: “En el I Simposio Nacional de Justicia, organizado en 1992, con el fin de elaborar una radiografía de los problemas y estudiar posibles soluciones, el juez de Medellín Andrés Nanclares Arango presentó una ponencia que fue vetada, en alguno de cuyos apartes se afirma: …reclamar justicia a través del aparato judicial es la más candorosa de las candideces. Nuestros jueces a duras penas son dispensadores de intereses…”. Era un hombre vertical, profundamente honesto en sus convicciones y sin reverencias frente al establecimiento, de él dijo el doctor Carlos Gaviria Díaz, citado en un boletín del Tribunal Superior de Medellín, que: “Fue un hombre heterodoxo, esto es deliberadamente desviado de los escleróticos moldes oficiales, audaz, imaginativo y hasta contestatario”. 

Andrés murió el pasado seis de septiembre, víctima de una terrible enfermedad que lo minó en pocos días. Paz en su tumba y que este escrito reivindique en poco el olvido al que injustamente lo sometimos.