
Por Ramón Elejalde Arbeláez
El espectáculo brindado por el Gobierno con su ministra de las Telecomunicaciones, hoy ya exministra, Karen Cecilia Abudinen Abuchaibe, fue indudablemente de un manejo torpe y desgastante, que ha no dudarlo le pasará cuenta de cobro a sus protagonistas, pero en grado sumo al partido de Gobierno. Varias semanas en el ojo del huracán, conociendo a cuentagotas escabrosos detalles de los contratos suscritos entre MinTic y la Unión Temporal Centros Poblados para conectar a internet a siete mil colegios rurales en algo así como quince departamentos y por un valor superior a un billón de pesos, con un anticipo de setenta mil millones de pesos, que es la cereza del postre o el meollo del asunto, pues estos dineros se presagian están perdidos, ya que además de terminar en un paraíso fiscal en los Estados Unidos (sí. Allá también existen paraísos fiscales), las pólizas de garantías eran completamente falsas.
Un tema que debió cortarse rápidamente por lo sano, el presidente Iván Duque prefirió diferirlo en el tiempo para que más horas de radio y televisión, más tinta y papel y más discursos continuaran demoliendo su débil imagen ante la opinión pública. Lamentablemente el presidente fue desafiante, creyó, desde su burbuja de poder que el episodio pasaría rápidamente y que no le debía entregar uno de sus ministros a la oposición, a la que le gusta periódicamente “comer ministro al horno”, como lo afirmó en una entrevista el doctor Duque Márquez.
Desafortunado el episodio, que ya tenía a varios parlamentarios y políticos del Centro Democrático angustiados, por el daño electoral que tal torpeza estaba causando. Confiar que las “burradas” o esquilmadas del presupuesto nacional se puedan sobrellevar con unos organismos de control postrados al Gobierno, es desconocer la capacidad de indignación que existe en la opinión pública y en que aún tenemos periodistas y medios de comunicación que no tragan entero y dispuestos a destapar los dislates del poder. Craso error de cálculo de Iván Duque y sus asesores, si es que los tiene.
Pero las majaderías del ejecutivo en esta triste historia no fueron menores que las del legislativo. Un debate serio, documentado y respetuoso de moción de censura en la Cámara de Representantes tuvo un final lánguido y lleno de “jugaditas” para desgracia y más descrédito de nuestro Congreso. Los congresistas asistieron, pero no votaron la moción de censura, pretendiendo quedar bien con el Gobierno y con la opinión pública exacerbada y con ambos quedaron mal. Nuestra clase política no aprende, no ha visto necesario sintonizarse con la ciudadanía, le gusta vivir de espaldas al pensamiento colectivo. Esas las razones para que hoy se quiera, por el pueblo, renovar a la clase dirigente.
Estoy seguro que muchas serán las sorpresas que nos depararán los eventos electorales del año entrante. ¿Qué opinan de un triunfo de Gustavo Petro en la primera vuelta? ¿O una segunda vuelta sin el Centro Democrático? ¿O una derrota histórica a los partidos tradicionales? Esperemos sorpresas.
Reconozco que frente a la votación de la moción de censura contra la MinTic, el partido Liberal actuó sensatamente. ¿Lo seguirá haciendo?
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