17 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: Con la Piedad Córdoba que hice campaña

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez (foto)

Conocí personalmente a Piedad Córdoba Ruiz desde el año de 1986, durante la gobernación de Bernardo Guerra Serna, en una visita que el entonces alcalde de Medellín, William Jaramillo Gómez, le hizo al primero en su despacho. Mantuvimos por algunos años una amistad cercana y respetuosa, compartimos muchas posiciones ideológicas de carácter socialdemócratas y libramos algunas batallas juntos, tal vez la más importante la que ideamos en el año 2001 cuando en compañía de William Jaramillo Gómez, Evelio Ramírez Martínez, Luis Carlos Díaz Mora, Carlos Molina Gómez, Oscar Hurtado Pérez, Jorge Turbay Ceballos, Barlaham Henao Hoyos y otros amigos optamos por conformar un grupo liberal de cara a las elecciones parlamentarias del año 2002. Piedad encabezó la lista al Senado y yo la de la Cámara de Representantes. Ambos obtuvimos el respaldo suficiente para salir elegidos.

Fue una campaña realmente dura y difícil. Algunas anécdotas son esclarecedoras: Urabá era un fuerte liberal y no encontrábamos manera de visitarlo por la fuerte presencia paramilitar en la zona y el temor que esas fuerzas irregulares infundían sobre la militancia era realmente miedosa, como para pretender una correría política por la zona. Diseñamos una estrategia un poco arriesgada. Decidimos programar una reunión de afrodescendientes en la casa de la cultura en el municipio de Carepa, acto al cual invitamos a todos los liberales de la región. Les pedimos suma discreción en su desplazamiento y le dimos un cariz de reunión “gubernamental”. La asistencia fue buena y al acto concurrimos Piedad, Barlaham y el suscrito. Cometimos el error de desplazarnos en vuelo comercial. Lo cierto fue que alguno de los vigilantes que los paramilitares tenían en el aeropuerto regional, informaron a sus jefes de nuestra presencia y cuando se dirigía a la nutrida concurrencia la doctora Piedad Córdoba, llegaron al sitio de la manifestación política varias camionetas de alta gama, lo hicieron en forma ruidosa y sus ocupantes fueron hasta el segundo piso, lugar del evento y me llamaron a mí, que les quedaba más cerca de las escalas donde se encontraban. Fueron breves, contundentes y secos: “No queremos la presencia de Ustedes en Urabá, especialmente la de esa señora que está hablando. Esperamos que terminado el acto se retiren de la zona”. Me limité a contestarles que así sería. Sólo conocí entre los presentes al señor conocido con el alias de Mateo Rey, de quien ya me ocupé escribiendo un libro sobre su tenebroso pasado, titulado Don Mateo Rey. Crónicas de Barbarie en el Occidente Antioqueño. Como lo teníamos previsto, ese mismo día regresamos a la ciudad de Medellín. Jamás quise enterar a Piedad Córdoba de lo sucedido, lo que sí hice con Barlaham Henao.

En esa misma campaña, viajando de Concordia a Betulia, en un retén paramilitar, que luego supe era permanente, nos retuvieron, nos requisaron, pidieron documentos y nos decomisaron la propaganda donde encontraron la figura de Piedad Córdoba. Nos notificaron que por esa señora no permitirían que los ciudadanos de la región votaran y que evaluarían si dejaban votar por el candidato a la Cámara. Nos permitieron continuar el viaje y llegar a nuestro destino. La verdad fue que no pudimos hacer reuniones y nos limitamos a visitar a algunos amigos, que muy temerosos nos recibieron.

En Yolombó, Zaragoza y San Roque no fue distinto el panorama. Inicialmente visitamos esos municipios y recibimos el respaldo liberal a nuestras aspiraciones. Luego nos notificaron que por órdenes paramilitares deberían votar por otros candidatos y que algunos educadores y liberales rasos persistirían en su decisión de acompañarnos, pero que por favor no fuéramos a volver a sus municipios para salvaguardarles la vida. Así y todo, salimos elegidos.

No vale la pena traer a cuento las circunstancias que me separaron definitivamente de Piedad Córdoba a partir del año 2005, porque siempre la seguí considerando una voz controversial, pero necesaria en este país. Paz en su tumba.