1 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: Al oído del presidente Petro 

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

La edad y el haber nacido en alguna de las montañas antioqueñas, me permiten escribirle al presidente Gustavo Petro con alguna propiedad sobre la realidad vial del departamento de Antioquia.

Hasta principios de la década de los años ochenta del siglo pasado, hace apenas cuarenta años, las principales carreteras de Antioquia eran verdaderos caminos de herradura, tal vez con la tímida excepción, en algunos tramos de vías del Oriente Antioqueño. Viajar de Medellín a Urabá en un bus, camión escalera o camión jaula, implicaba hasta diez y seis horas de polvo y sufrimiento. Esa vía tenía tres pasos tenebrosos y de altísima peligrosidad: Santafé de Antioquia-Manglar por el llamado sector de Morrón, “El Revenidero” entre Uramita y Dabeiba y La Llorona entre Dabeiba y Mutatá. El encuentro de dos carros en esos lugares eran el examen más exigente sobre la excelente conducción de vehículos y una cercanía con la catástrofe y el dolor. Las fotos que ilustran este artículo, son más que elocuentes. 

Pero, así como era la vía al mar podemos decir que eran nuestras carreteras al Magdalena Medio, al Bajo Cauca, al Nordeste, al Suroeste, mejor dicho, a todas las regiones de Antioquia. Los antioqueños para poder ver buenas carreteras teníamos que viajar a otros departamentos. Nos consolábamos afirmando que seguramente por ser una región muy montañosa, aún no teníamos buenas vías y que probablemente, construirlas, eran muy costosas. Viajar por la Costa Atlántica, el Valle del Cauca, Cundinamarca, Boyacá, nos llenaba de envidia, pero también de desazón. 

En 1982 se comienza a romper el hechizo de las malas vías para Antioquia. Belisario Betancur decide ampliar la vía Santafé de Antioquia-Turbo, una tímida propuesta de darle vías dignas al Departamento. Lo hizo y el viaje de Medellín a Turbo se pudo aligerar en algunas horas. En el gobierno de Álvaro Uribe y gobernadores como Aníbal Gaviria decidieron mejorar las vías de Nordeste y Bajo Cauca. Pero el gran impulso a las obras viales de Antioquia vino en el gobierno de Juan Manuel Santos, que continuó con el de Iván Duque.

Santos se dio la pela de tomar la decisión política de hacer justicia con un departamento tradicionalmente olvidado en materia de vías de comunicación.

Presidente Petro: esta es la razón por la cual Usted encuentra que en los últimos doce años existe tantísima inversión en obras públicas en Antioquia. No es sino la actualización de un atraso histórico de Colombia con Antioquia, que ya era justo que se saldara.  

Pero déjeme decirle que estamos en un punto álgido y crucial, casi todas esas inversiones están a punto de concluir y las obras próximas a ser entregadas al servicio de la gente, de la gente pobre, de la gente de a pie, de la gente que viaja en bus escalera. No del rico que suele utilizar aviones y/o helicópteros.

Sería imperdonable que tamaña inversión se perdiera o demorara en su utilización, por no gastar unos pesos que hacen falta para terminar esas conexiones y digo pesos con respecto a lo ya gastado.

Presidente: Haga un alto en el camino. Destine una mañana para que viaje por tierra entre Medellín y Turbo y conozca una de las más bellas carreteras de Colombia. Ver Usted una vía, cerca de Dabeiba, con ocho imponentes túneles que atraviesan montañas, interconectados por puentes monumentales que remontan peñascos altísimos, que desafían la ingeniería y la laboriosidad del hombre, lo harán pensar que no está en Colombia sino en cualquier país del primer mundo.

Seguramente en ese viaje tendrá que recorrer tramos que todavía están en construcción (Cañasgordas- Chorodó y Santafé de Antioquia-Túnel Guillermo Gaviria), pero así entenderá Usted que urgen los dineros de la Nación para terminar algo que ésta le debía a Antioquia. 

¡¡Ah presidente!! En la Semana Mayor recorrí Tolú-Coveñas-Montería-Planeta Rica- Zaragoza. Muy poco tenemos que envidiarles a las carreteras de su bello departamento. Ayúdenos a que nos veamos iguales, no es mucho pedirle.  

Presidente: Algo final. No pelee con la llamada “vaca”. Yo de Usted habría dado como respuesta, cuando fue presentada la idea: “Recojan la platica. La nación entrega una suma igual a la que Ustedes pongan”.  No estaríamos hoy, en una confrontación tan inocua. 

NOTÍCULA. Frente a la calentura de algunos paisanos, yo reitero que soy orgullosamente antioqueño, pero también soy orgullosamente colombiano.