Al grano: le escribo desde mi óptica de aguatero y miembro suplente de la Junta Directiva de la recientemente remozada Corpo Arenas, entidad que se dedica a perpetuar el legado de otro viejo camarada suyo: el maestro Rodrigo Arenas Betancourt.
Nos aprieta clavijas la presidenta de la Corporación, MarÃa Elena Quintero, viuda del escultor de Fredonia, su compañero de audacias en el anillo etÃlico-erótico del Guayaquil de los años cuarenta, donde pagaban servicios horizontales con versos de dudosa factura.
Poniendo a funcionar el retrovisor, en el discurso que leyó su amagaseña educación con motivo de los primeros 90 años del doctor Otto, descubro tardÃamente detalles nuevos de su complicidad con el maestro Arenas. (Lea la columna).
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