17 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Alejar la falsedad 

Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M. 

La confianza es uno de los pilares fundamentales que sustenta el vínculo entre dos o más personas. En el complicado entramado de la vida cotidiana, la deslealtad carcome los lazos afectivos. La infidelidad, manifestada con sus variadas formas, se convierte en una sombra tenebrosa que amenaza la estabilidad emocional de quienes confían en los demás.

El disimulo, esa bala esquiva que se desliza sigilosamente entre las palabras, ha sido acompañante decidido a lo largo de la historia del hombre. Desde las denominadas mentiras piadosas hasta las estratagemas más elaboradas, el ardid se entrelaza de manera oscura con la condición humana.

Astuta y camaleónica, la hipocresía se insinúa a través de las rendijas de la comunicación; tapando la verdad con enredos seductores a semejanza de tácticas sutiles, excusas injustificadas y evasiones para no enfrentar al otro.

La promiscuidad adquiere múltiples representaciones en el ámbito de las actividades sociales; comenzando con encuentros clandestinos, conexiones virtuales en las redes sociales por medio de perfiles falsos y el bloqueo de ciertas verificaciones en línea que se vuelven herramientas tecnológicas para esconder secretos y manipular la percepción ajena. Este tipo de inventiva desprecia la inteligencia emocional y privilegia el ego sobre la sinceridad. La armonía pierde la batalla en presencia de la gratificación instantánea.

Existen diferentes razones para que ciertos protagonistas adulteren los hechos, a juzgar, por la necesidad del cuidado propio o la puesta en marcha de mecanismos de defensa frente a situaciones amenazantes. Algunos tienen por objetivo evitar el castigo, el rechazo, el deterioro de la imagen pública, la recriminación, la crítica, la incomodidad que produce la confrontación directa y el riesgo que encarna afrontar el escenario adverso.

El trillado pretexto de resguardar a alguien importante, no herir los sentimientos ni poner en peligro la ‘estabilidad’ de una relación, de por sí, ya frágil; son las opciones punzantes de la táctica de simulación que plantea dilemas éticos y consecuencias imprevistas a largo plazo. Nadie sensato busca validación externa, impresionar con la apariencia y menos, apelar a la invención para destacar entre la multitud.

Unos individuos recurren a la mentira sin ser conscientes de las motivaciones subyacentes a modo de reflejo condicionado, ambigüedad y falta de autoconocimiento. También hay cómplices que participan durante la fabricación de la artimaña, mirando hacia otro lado o refinando técnicas de camuflaje con el fin de tapar el engaño impropio.

La reconstrucción de la confianza requiere de valentía, compromiso, respeto, transparencia, honestidad, conexión auténtica y diálogo directopara rehabilitar los lazos rotos; siempre y cuando, sea conveniente. En fin, simpleza al decir que la personalidad es el antídoto para alejarse de la gente perdida.