18 mayo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Afinemos el sentido común y la malicia indígena 

Por Claudia Posada 

El País, Colombia, publicó el 2 de mayo un artículo de Catalina Oquendo titulado Petro y el uso de la IA, ilustrado con una foto que dice: La imagen que compartió el presidente Gustavo Petro en X. Sin haber todavía leído el contenido del artículo, salta a la vista que esa es una fotografía “preparada” que de ninguna manera es una tomada a un grupo de participantes en la marcha del 1° de mayo de este año promovida por el mismo presidente Gustavo Petro, pero aunque llame la atención su impacto a manera de imagen publicitaria, tampoco de golpe pensamos “es resultado de trabajarla con  IA”; luego de leer el artículo con detenimiento y volver a mirar la fotografía, ahí sí, es evidente, como la Inteligencia Artificial (IA) nos resuelve de maravillas muchísimo de lo que deseamos.  

A quienes no somos conocedores de las nuevas tecnologías, en particular de sus usos y especificidades, nos sorprenden permanentemente. Descubrimos cómo en la vida cotidiana la IA nos acompaña más de lo que percibimos: Asistentes de voz que nos recuerdan la hora de un medicamento, nos señalan una ruta, o nos dice por qué el 13 de mayo es un festivo religioso; usamos varias funciones de los teléfonos móviles para hacer búsquedas o peticiones por voz; lo mismo que las fascinantes “selfies” para los retratos antes imposibles, en donde todos cupiéramos y con buen enfoque. La mayoría de contenidos que recibimos en las redes sociales están seleccionados por la IA. Las empresas de ventas por Internet nos recomiendan productos porque saben nuestras preferencias y hábitos de consumo ¿y eso por qué? Pues porque creemos que tenemos un asistente personal online pero lo cierto es que la empresa utiliza la IA para antojarnos. Los chatbotsayudan a recibir respuestas a preguntas de soporte técnico, lo mismo que a obtener respuesta a sencillas preguntas que hacemos a las entidades financieras o bancos para consultar y tramitar. En adelante no seremos capaces de sobrellevar la cotidianidad sin la ayuda de la IA, ya no nos imaginamos devolvernos a lo que vivieron nuestros abuelos por su iniciativa y sentido común, por no decir gracias a su inteligencia humana.  

Volviendo a la foto que publicó El País, utilizada por el gobernante Gustavo Petro en X, según se afirma en el pie de foto, podemos tranquilamente concluir que la IA puede hacernos ver y creer cualquier cosa. Entonces es aquí cuando debemos pensar que, en el terreno político, la oposición también hará (o hace) uso de IA para sus objetivos. Lo que no sabemos es si sus propósitos realmente son los que el mandatario de los colombianos ha denunciado de frente, sin simulaciones de voz, o simplemente están aprovechando las oportunidades que el gobierno les da para recabar en lo que insisten con buenos resultados de credibilidad; porque aunque la estrategia es atemorizar con la táctica de la tergiversación de lo que nos espera, ya somos o seremos, sin dar argumentos de los porqués, insisten en el descredito y son muy persistentes. Así las cosas, nos es muy difícil identificar verdades de mentiras, de unos y otros.  Tal parece que, si bien IA no es en realidad una creación con emociones y sentimientos, y que ni siquiera sabe el porqué de sus respuestas conjugadas por la información acumulada, sino que es un software muy bien entrenado, puede emular una conversación humana y, por lo tanto, hacernos creer, por ejemplo, conceptos serios y rigurosos; hasta el punto de haber polarizado en el mundo opiniones, y planteado muchas dudas científicas, éticas e, incluso, ideológicas.  

Qué tanto estén usando la IA los simpatizantes de Petro y sus opositores; qué tanta manipulación se esté dando a la comunicación oficial, contraria y a la mediática para obtener el feedback (comunicación de retorno o retroalimentación y retroacción) que permite medir el impacto y los resultados favorables o no a los objetivos, es incierto; pero lo cierto es que a veces somos objeto de investigadores y desarrolladores que no dan prioridad a las implicaciones éticas de las tecnologías de IA para evitar impactos sociales negativos como ya los hemos visto. Según informe de Forbes (España), en un estudio de la Universidad de Stanford sobre los peligros más acuciantes de la IA, los investigadores afirman que: «Los sistemas de IA se están utilizando al servicio de la desinformación en Internet, lo que les confiere el potencial de convertirse en una amenaza para la democracia y en una herramienta para el fascismo. Desde los vídeos deepfake hasta los bots online que manipulan el discurso público fingiendo consenso y difundiendo noticias falsas, existe el peligro de que los sistemas de IA socaven la confianza social. La tecnología puede verse apropiada por criminales, estados deshonestos, extremistas ideológicos o simplemente grupos de intereses especiales, con el fin de manipular a las personas para obtener ganancias económicas o ventajas políticas».

Así las cosas, mientras no seamos expertos en descubrir engaños de la IA, mejor echemos mano de lo que nunca sobra: Dudemos, averigüemos, confrontemos. Afilemos el sentido común y la malicia indígena.