No quiero dedicarme en esta columna a absolver o condenar a Álvaro Uribe por los delitos que le achaca la Corte: soborno y manipulación de testigos. Pero, como abogada, me gustaría referirme al debido proceso judicial que debería tener garantizado.
La primera verdad la escribió el lunes pasado en su columna de ‘El Espectador’ el Maestro Héctor Osuna, firmada por Lorenzo Madrigal: “Se da inicio a un juicio político como el que más…”.
Todo comenzó el día en que la sala penal de esa Corte Suprema de Justicia, enceguecida contra el entonces presidente Uribe, decidió inventarse una figura que no existía y que no existe. Le devolvió dos veces las ternas para fiscal por considerarlas “inviables”. Querían castigar a Uribe repudiando a sus candidatos. Tiempo después, una de las ternadas por Uribe, Margarita Cabello, actual minjusticia, tachada como “inviable” por la Corte, fue elegida por ellos mismos como magistrada y, luego, como su presidenta. (Lea la columna).
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