Por Federico Duque Posada (foto).
Suena paradójico, irrespetuoso y hasta ridículo que se haga apología a la violencia con un símbolo religioso tan sagrado como lo es una camándula con la cual se le reza a la virgen María, combinado con balas de pistolas y trabucos utilizados para la violencia en nuestra sociedad.
Lastimosamente esto es cierto y es más común de lo que se piensa en nuestra sociedad; el choque de valores es una constante en la mente de nuestros jóvenes sicarios que cada que van a hacer una “vuelta” o algún negocio del inframundo, van y se encomiendan a la virgen para poder que todo les salga bien y no tengan que pagar con su propia vida, una equivocación.
Día a día se ven las motos parqueadas en cualquier cantidad de parroquias donde se agrupan las tristezas y la rabia del desempleado; las oraciones lastimeras de las madres que añoran a sus hijos muertos o en la cárcel para poder descansar tranquilas y no vivir en la incertidumbre de la violencia, como también están las oraciones de aquellos que llevan a Dios en la boca y no en su corazón, el cual está lleno de odio, envidia y resentimiento.
En esas parroquias se ven a los muchachos, de escapularios de madera, gafas oscuras y pantalones anchos, encomendando su trabajo sicarial a una virgen que como madre ve a todos con benevolencia, pero que no favorece para el asesinato o el hurto a uno de sus hijos. (Lea la columna).


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