@petrogustavo
Un soldado puede ser tu hijo, tu hermano, un primo, un primo hermano, un familiar cercano o lejano, un amigo, un vecino o un desconocido, pero un soldado al fin y al cabo, a quien lo identifica el amor por su patria, y la defensa del ciudadano, de todo ciudadano.
El amor por la Patria es universal. No tiene color político. A los soldados tan solo los distingue el uniforme, aunque siempre los une el valor, ese valor que enceguece a la hora de defender sus principios, y ese principio intangible que ser llama la Carta Magna de cada país y a sus coterráneos.
Al regreso de su servicio, así sea largo o temporal, es como volver a la vida. Se produce ese encuentro indefinible entre el amor por el ser querido que volvió, y la alegría de sentir su piel caliente. ¡En vivo!
¡Es como la resurrección! El apretón, el abrazo del alma, de corazón a corazón, en el que se confunden las alegrías con las lágrimas, y surge esa sensación de impotencia para superar ese éxtasis que nos transforma en una sola persona, para gritar en silencio, Gracias, muchas Gracias por arriesgar la vida por todos.
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