Las ventas callejeras presentan múltiples inconvenientes, pero lo que tenemos es un problema estructural: no hay empleo.
En Colombia, la informalidad se calcula hasta en un 65%; los estimativos más conservadores bordean el 50%. Eso significa que, por lo menos, la mitad de la población se dedica al rebusque, destacándose las ventas callejeras de cualquier cosa, como loterÃas, celulares o sus accesorios (y hasta minutos de celular), ropa, vÃveres, libros, bebidas o, por supuesto, empanadas, que, según el dicho, «es lo que más se vende».
Es que imponer una multa de mas de 800.000 pesos (260 dólares) por comprar unas empanadas en la calle, no solo es absurdo sino un verdadero abuso de unos agentes de PolicÃa que pierden el tiempo en banalidades mientras el hampa campea a sus anchas por toda la geografÃa nacional. (Lea la columna).
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