
@LuisFSuarezV @GobAntioquia @anibalgaviria
Por Luis Fernando Suárez Vélez
Secretario de Gobierno y Derechos Humanos
Hay obras que, aunque son esenciales para los habitantes de un territorio, suelen ser aplazadas por los gobernantes, quienes según sus cálculos no recibirán tantos réditos como con otras más vistosas o menos incómodas. Tal vez el mejor ejemplo son el acueducto y alcantarillado, como el que con responsabilidad y valentía comenzó trabajos hace un par de días en Támesis, producto del esfuerzo coordinado entre los gobiernos nacional, departamental y local, pero justo es decirlo, también producto de la determinación y tozudez del alcalde Juan Martín Vásquez.
Obras que mientras se hacen generan incomodidades a los habitantes del lugar y a quienes los visitan, que levantan polvo en los días soleados y llenan de lodo el pueblo en las jornadas de lluvia, que interrumpen el paso y dificultan el ingreso a las casas y al comercio, que hacen lento el andar y afean el panorama. Pero además son obras que cuando se entregan generan una gran felicidad en el momento, pero se olvidan pronto y cuanto más duren menos evidentes son. Esas obras quedan enterradas en la memoria como los tubos en las calles.
De manera que quienes las encaran saben que es más importante la responsabilidad que la vanidad de quien corta una cinta, devela una placa o corre una bandera. Líderes que entienden, como lo ha dicho tantas veces Aníbal Gaviria, que las obras más trascendentales son las que los gobernantes no inauguran porque son sociales, urgentes, o porque necesitan dos o más periodos de gobierno para terminarse. La antítesis para quien necesita poner su nombre con premura aún en obras que ni siquiera han empezado, y que en muchos casos no pasan del anuncio.
Si algo representa bien el concepto de obras para la vida es el acueducto que lleva agua a las casas, negocios y hospitales, que prontamente vuelve cotidiano el abastecimiento y presta servicio por años y años. El agua es vida y es una bendición, lo hemos dimensionado más en una época en que hicimos consciente la necesidad de lavarnos las manos, no en sentido metafórico sino real. Con ella empieza la seguridad alimentaria y también la prevención en salud.
Cualquier esfuerzo que se haga en la protección de las fuentes hídricas es un avance en el cuidado de la vida. Pero además de cuidar los nacimientos, es necesario garantizar la potabilización y la buena calidad de redes para que la distribución sea efectiva, para que efectivamente se lleve vida y no enfermedad o infecciones. También en esa materia persisten brechas entre nosotros, quienes habitamos los centros urbanos tenemos mejor acceso a un recurso que se produce en la periferia, la misma que con frecuencia se muere de sed.
Ya hemos señalado, por ejemplo, que la pandemia del Covid, nos puso de presente más de dos mil instituciones educativas en Antioquia sin agua potable y 538 a las que no llega una gota de agua, otra evidencia de las brechas que nos alejan. Encontramos que casi el 25% de las sedes educativas del departamento no tenían acueducto, casi todas ellas por fuera del Valle de Aburrá. Por eso avanzamos en la búsqueda de soluciones a través de la Alianza por el Agua en la que hemos recibido el decidido respaldo de la empresa privada y de organizaciones sociales de hondo calado entre nosotros como Proantioquia, la Fundación Fraternidad Medellín, la fundación EPM, la fundación del Grupo Argos, la Fundación GreenLand, la Fundación Siemens y la Fundación Berta Martínez de Jaramillo. Nos unimos en el propósito de llevar agua y vida a las instituciones de los sectores rurales en donde es más compleja esa realidad.
Obras para la vida que implican grandes inversiones pero que, si se hacen con responsabilidad y con determinación son el comienzo de programas de salud pública, educación, alimentación y desarrollo social. Recursos bien invertidos que, aunque no se traduzcan en grandes edificios, o produzcan incomodidades temporales, serán fundamentales en el propósito de cuidar y proteger la vida. Enhorabuena por Támesis, que podrá desarrollar su potencial turístico con mejores condiciones de salubridad para sus habitantes y para quienes vayan a esa “tierra de siempre volver”.
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