Da pena que una novela que trascurre en Cali, como la premiada con el Alfaguara 2021 de Pilar Quintana, haya despreciado con miserableza narrativa todo lo que esa ciudad encierra en sus aciertos y equivocaciones, en sus vicios y virtudes, en sus gentes y en su particular sentido de la vida. Pero da una mayor pena que se trate de una novela galardonada con el que hoy es el máximo premio de la narrativa hispanomericana en donde el texto si alcanza a tener dos figuras literarias, no tiene tres.
Es una novela plana, en donde no hay una metáfora, los personajes son muy pocos y sin posibilidad de ser contrastados y no parecen tener vida porque o viven alicorados o empastillados como la mamá de la niña narradora o apenas si acumulan minutos para llegar a un final sin carácter. El tema central parecerÃa ser la vida de una pareja y su hija en un ambiente monótono y pesado en donde no existe ni cariño ni afecto ni de padres ni de hijos, o al menos no se intenta describirlos. Los temas explotables pasan como si hicieran parte de un paisaje que tampoco es capaz de ser fotografiado. Todos los elementos que podrÃan hacer una novela de este libro se desaprovechan. Ni siquiera se explota la veta del racismo caleño porque solo se titulan las frases lapidarias de la madre para que la niña no se relacione con las empleadas del servicio. Como no hay narración literaria, únicamente existe una trascripción simplona de unas conversaciones esmirriadas o de la fotografÃa borrosa de un espacio sin ningún sabor a nada, todo queda apenas como otra mata de las muchas que al comienzo nos cuentan que dizque inundan el apartamento y después desaparecen. No hay trama, ni hay tensión ni hay los desarrollos elementales de una novela porque las relaciones humanas para la niña solo se tratan de pespuntearlas en diálogos moribundos con una muñeca que, obviamente, no habla y dizque se suicida porque la arrojan al vacÃo. Da pena ajena saber que esta novela fue premiada por un jurado totalmente equivocado que presidÃa el muy glorioso y leÃdo y muy honrado Héctor Abad Facio Lince, porque al escogerla no le otorgaron al Premio Alfaguara y a sus jueces sino desprestigio y a la literatura colombiana ni una pizca de la gracia narrativa de las mujeres caleñas.

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