30 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 250 Del maestro Gardeazabal: Premiando al dañino

@eljodario 

Por donde se le mire, el nombramiento del exministro Carrasquilla como nuevo miembro de la Junta Directiva del Banco de la República es una equivocación. Hasta en el más ignaro hogar o en la más rudimentaria empresa resulta siendo siempre un error muy costoso premiar al dañino, al que ha causado la conmoción o propiciado el desastre familiar o empresarial. Pero como al mismo tiempo es la demostración inmarcesible de la falta de tino que ha acompañado casi todos los actos de este gobierno, del que cualquier colombiano se siente por lo menos incómodo. 

Y como si fuera poco, es así mismo la demostración protuberante de que el señor Duque no fue, no ha sido y no será capaz de entender a quienes gobierna, la designación de quien fuera el generador y la gran víctima propiciatoria del dañinísimo paro que conmocionó al país, suena más a un infinito acto de torpeza y nunca a que se le considere una decisión gubernamental que habría que respetar. 

Olvidarse que el país se precipitó en una de sus más graves crisis económicas y de orden público de muchísimas décadas por el capricho irracional del señor Carrasquilla de imponernos a los colombianos una reforma tributaria que hería y hacía sangrar a todo ciudadano, es una soberana estupidez. Elevarlo a la categoría de miembro de la Junta del Banco de la República, es un acto de soberbia infinita que abofetea a cualquier compatriota y le lleva a hacer pensar a muchos connacionales que la sevicia es una característica de quien nos gobierna. 

No hay disculpa a este atropello miserable a la opinión pública. Es una imprecación jupiterina que cuando el país todavía no se ha restablecido de los daños del paro que se inició el 28 de abril y duró hasta la segunda semana de junio, haya sido 70 días no más después, el 29 de agosto, que el señor Duque premie con honores al que fuera su ministro de Hacienda, quien salió por la puerta de atrás como culpable. 

Es más que una insensatez dignificar al que se vio forzado a irse como el gran responsable del incendio que casi nos consume. 

Bueno es el culantro, pero no tanto, decían las abuelas cuando a la cocinera se le iba la mano en alguno de los ingredientes en el sanchocho. Se le fue la mano, señor presidente. Se le fue. Ojalá no le resulte muy costosa esta equivocación al ofendido pueblo colombiano.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.