Jamás pensamos que estamos muriendo a no ser que nos diagnostiquen una enfermedad terminal y ahà la perspectiva de la vida es completamente distinta.
Cuando un ser querido fallece, sobre todo prematuramente, es muy común oÃr lamentos de lo que faltó por hacer, o de lo que se hizo mal, o del tiempo que se perdió en tonterÃas y de las cosas lindas que estaban por decir, o por vivir, o que solo se quedaron guardadas esperando el momento ideal.
Ese es el concepto que quiero plasmar en este escrito. Vivamos no como si nos hubiesen dado muy poco tiempo de vida, hagámonos conscientes de que somos mortales.
Los hijos, los padres, la esposa, el esposo, los amigos, los enemigos, la naturaleza, los bienes, los problemas, el trabajo, el odio, la polÃtica, la religión, el fútbol, las discusiones, los halagos, las buenas obras, las malas actitudes y todo lo demás van a tener otro significado, van a tener otro tratamiento solo por el hecho de volvernos conscientes de que somos mortales.
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