6 noviembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Políticos empeñados en sembrar odio y crear desconfianza 

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

En la importante entrevista que le hizo Revista Cambio por estos días a Monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, el obispo reitera su beneplácito con el documento del Acuerdo Nacional que presentó el Ministro Cristo, y al respecto plantea observaciones que denotan su interés profundo en que empecemos por “desescalar  el lenguaje en el debate y la deliberación política”,  lo que suena de suma pertinencia dadas las confrontaciones verbales tan virulentas y cargadas de rencores que agudizan día a día la desconfianza e incertidumbre de la población colombiana. Pareciere que es eso lo que quiere la dirigencia política, sembrar la cizaña que crea perturbación e impaciencia, pues definitivamente el tono y lenguaje de sus permanentes pronunciamientos obstruyen el camino de la pacificación de un país que, según la historia de violencias que nos hace vulnerables, es fácil permear con la turbación del lenguaje atronador y mordaz. “Tenemos décadas de confrontación, de un conflicto armado que ha dejado muchos dolores y sufrimientos, y ha producido profundas heridas en el pueblo colombiano. A lo largo del tiempo, no hemos logrado sanar, y esa acumulación de dolor y heridas ha producido un nivel de desconfianza muy alto en la sociedad. Por lo tanto, hay una distancia, incluso desconocimiento de la dignidad de las otras personas. Existe una base histórica que nos ha llevado a polarizarnos de una manera muy fuerte. Somos de los países donde la sociedad está más fragmentada”, dijo el religioso para expresar su preocupación relacionada, precisamente, con la polarización que observamos los colombianos con el mismo desasosiego que se va tornando en pesadumbre; por todas partes se lanzan frases airadas, furibundas; para desparramar, no hay duda,  más rabia e inconformidad.  

Colombia vive frecuentes escándalos mediáticos con eco en las redes sociales, con espacios de tratamiento serio  en medios tradicionales también, los que generalmente duran escasos días y pasan al olvido fácilmente; el de ahora tiene muy inquieto al país, es el asunto de la investigación que anunció el CNE a la campaña presidencial del presidente Gustavo Petro por volarse en los topes permitidos para los gastos del caso, reglamentados. Y es justamente por el alboroto del día, por lo que nos tienen al común de los colombianos, hasta haciéndonos creer que un organismo para los asuntos electorales (junto con la Registradora Nacional del Estado Civil) como lo es el CNE, es una Institución y que como tal, cualquier cosa que en su contra se diga, es faltarle gravemente a la institucionalidad y poner a tambalear la democracia. Desbordados en un falso “amor patrio”, amparándose en el decir que el cambio es perverso y que quienes lo buscan son comunistas que quieren hacer de Colombia una Venezuela, se están impidiendo el análisis y razonamientos necesarios para edificar país y generar bienestar sin la tan dañina estigmatización.  Justamente, sobre la inhumana estigmatización, Monseñor Henao Gaviria explicó a la Revista Cambio, el por qué ésta es tan peligrosa: “…el bienestar está en el reconocimiento de las capacidades de cada persona, en sentirse reconocido y ser capaz de reconocer. Hemos entrado en una fase, ya de muy vieja data, que nos ha costado mucho superar: reducir a las personas a un concepto simplista”. Cierto, es que con un simple calificativo que repiten, aprendido de un guion opositor, nos van llevando sin argumentos convincentes, a la ferocidad que ya involucra a familias y relaciones sociales que se deterioran inútilmente por el uso del mismo lenguaje discriminador y despiadado de quienes ostentan dignidades públicas. Deberíamos oír al Obispo, o mejor, aquellos que usan el lenguaje del “odio y la sospecha” para hacerse sentir en las redes sociales y en los medios de comunicación que les son afines, deberían oír lo que concluye sabiamente Monseñor Henao en la entrevista de la Revista Cambio: “Hemos llegado a la conclusión de que hay todo un problema relacionado con la cultura política y con la manera en que se construye la democracia. Nos percibimos en el mundo de las contiendas políticas con un lenguaje de odio y de sospecha, un lenguaje de descalificaciones muchas veces sin ninguna sustentación ni argumentos. Por eso, para nosotros es tan importante reivindicar que se hagan pactos y acuerdos”. Por lo que observamos los ciudadanos del común en escenarios de la vida pública como el Congreso, nada raro sería que el documento presentado por el Ministro Cristo haya sido dejado a un lado como hacen los legisladores con los proyectos de ley que, sin leerlos, los desechan, ese es el objetivo fijado; sin analizar su conveniencia o necesarios ajustes, definidos con responsabilidad y buen juicio, siguen la consigna que es atravesarse; y esto, justificarlo con salidas que simplemente descalifican y destruyen, en todo caso nada edificante. ¿Cómo pueden servirle al país, para su crecimiento social y económico, y el bienestar colectivo, políticos empeñados es sembrar odio y crear desconfianza?