Mientras casi todos los exdirigentes de las Farc se están ganando un buen sueldo –unos como congresistas y otros como miembros de un partido que, en todo caso, es financiado con dineros de todos los colombianos–, las víctimas siguen esperando que las reparen y la plata no llega.
Está bien que los líderes de las Farc estén teniendo garantías para actuar en democracia y en legalidad, pero no podemos conformarnos con darles las gracias por quedarse en la civilidad, sin pedirles mucho más. Es lo mínimo que podían hacer a cambio de un acuerdo generoso y amplio que, aunque digan lo contrario, se está respetando en su esencia. (Lea ¿Y la plata?).
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