20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Y cómo se llegó a tener años bisiestos

Por Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

Estamos en febrero de 2020 frente a una curiosidad de nuestro calendario que es llamada año bisiesto. Un hecho cíclico que seguirá hasta el final de todos los tiempos, a menos que algún día se deje de usar el actual calendario y se invente otro de valía y sentido práctico universal.

El nada extraordinario evento ocurre, en general, cada cuatro años con las excepciones que mencionaré más abajo. Es una curiosidad del calendario que se deriva de nuestra manera convencional de medir el tiempo y con la terquedad de la tierra que en lugar de dar la vuelta al sol con una cifra exacta lo hace de manera fraccionada contada con los criterios que hemos definidos los humanos. Si alguien pudiese detener un tris la rotación de la tierra alrededor del astro rey, entonces tendríamos un año de 365 días exactos, cero horas, cero minutos, cero segundos y cero fracción de milisegundos. Así será posible deshacernos de los años bisiestos. De lo contrario, ante esa imposibilidad, a menos que la ciencia futura nos depare algunas sorpresas, seguiremos contando con años especiales como este 2020.

El calendario, el nuestro y todos los demás existentes, son un asunto convencional y no tienen por qué ser así. Tal vez en la época futura no muy lejana de la gran singularidad tecnológica, esa en la que los humanos nos convertiremos en máquina y mente a la vez, o cuando seres robotizados nos reemplacen, habrá una nueva manera de medir y calcular el tiempo sin que se cuente por años, meses, días y horas.  Esos humanos robotizados tendrán con seguridad una manera de calcular las dimensiones físicas, las espaciales, y con ellas también el tiempo, de un modo nada analógico, ni digital binario, ni con q bytes. Y claro, dejaremos de ser víctimas de los relojes y de asignar al pobre mes de febrero, que siempre desea irse pronto, un día más y tampoco asignarlo a ninguno de los otros meses, todos extremadamente largos y aburridos. Un día más en febrero es un día más de trabajo por la misma paga, sin retribución adicional y todo por culpa de la imprecisión de la tierra de estar trabajando en su rotación alrededor del sol con cifras fraccionadas. Debería ser un día festivo para compensar a los trabajadores de este mundo.

En la época romana, el día bisiesto se agregaba entre el 24 y el 25 de febrero. El 24 correspondía al sexto día de marzo por lo que quedaban así dos días sextos, por eso se le llamo bisextus (bissextili) en latín, bisiesto en español, bisextile en francés y bissexto en portugués. Aunque en inglés existe el voquible bissextile no es de uso cotidiano y se refieren en ese idioma al año bisiesto como “leap year” (año del salto), posiblemente tomado del latín saltus lunae (salto de la luna) que consistía en omitir un día cada 19 años en el calendario lunar. También puede hacer referencia a que en el siguiente año los días de la semana antes del bisiesto se saltan un día. Así, el 7 de febrero en 2020 es un viernes, mientras que en 2021, saltándose un día, será domingo.

Una manera sencilla de sincronizar con día adicional el año calendario con el año solar fue inventado por los egipcios, en la época de los faraones, quienes ya usaban un calendario solar en lugar del lunar, idea que fue retomada como solución por los romanos en el calendario denominado juliano creado por el emperador Julio César en el año 45 antes de nuestra era. Su calendario fue de 365 días con un día adicional cada cuatro años para lograr que fuese exactamente de 365 días y un cuarto. Pero resulta que el año solar es de 365 y 0.242216 días. Sin que a ningún mortal le importara mucho si ese año de Julio César era demasiado largo en 0.0078 días, lo que equivale a 11 minutos y 14 segundos. O sea, que el año solar no es de 365 días y un cuarto sino algo menos de ese cuarto. En un solo año seguramente eso no importaba mucho, pero en 100 años serían un 1100 minutos + 1400 segundos lo que equivale a cerca de dos días; en mil años el desfase sería de 20 (algo así como si el 20 de julio cayera el primero de ese mes). (https://bit.ly/2SJmEPP).

Como consecuencia, el Papa Gregorio XIII encontró en 1582 un desfase de 11 días en la fecha de inicio de la primavera, en la celebración de la pascua de resurrección y en la de la Asunción, entre otras fechas religiosas. Este Papa ajustó el calendario (por eso se llama calendario gregoriano) eliminando los días entre el 4 y el 15 de octubre; 10 días que se perdieron, no existieron al menos en el calendario. Se mantuvo el día 29 para febrero cada cuatro años, siendo bisiestos aquellos que se pueden dividir exactamente por cuatro con la excepción de los años del centenario que lo serán sólo si se pueden dividir exactamente por 400. Así no fueron bisiestos 1700, 1800 y 1900 y sí lo fue el 2000 y lo será el 2400. El calendario gregoriano, sin embargo también posee error, tiene un atraso de 26 segundos por año. (https://bit.ly/38IKcdc).

En términos de probabilidades, nacer un 29 febrero es de 1 en 1461, lo que se calcula así: el número de días en cuatro años son 1460 más uno del bisiesto suma los 1461. Cada año bisiesto nacen en el mundo un 29 de febrero cerca de un millón y medio de personas, lo que para una población de 50 millones serían 780.000 seres humanos.

La irregularidad regulada de los años bisiestos genera considerables efectos sobre las 400 millones de personas vivas que en el mundo han nacido un 29 de febrero. Por ejemplo, el aniversario de su nacimiento sólo puede ser exacto cada cuatro año; un amigo verde y sesentón puede argüir, con razón y fundamento, que sólo tiene 15 años cumplidos. Están incluso presentes preguntas legales como si la mayoría de edad la alcanzan el 28 de febrero o el primero de marzo fechas que no corresponden a la del nacimiento. No faltará quien les insista que sólo pueden tramitar la cédula de ciudadanía, licencia de conducir u otros requisitos legales que exijan edad exacta el siguiente año bisiesto. Y las parejas que se casan el 29 de febrero ¿cuándo cumplirán sus bodas de plata o de diamante? En todo caso, para los nacidos en tan singular fecha una celebración cualquiera está recorrida por algún nivel de impropiedad consentida.

Otro de los afectados son los santos y santas correspondientes al 29 de febrero: San Augusto Chapdelaine, Santa Antonieta viuda, Santa Emma, San Dositeo, San Gregorio de Narek, San Lupicino, San Román, entre otros, a quienes sus fiestas conmemorativas exactas se darían sólo cada cuatro años.

La historia no estaría completa si no se recuerda por qué febrero tiene solo y sólo él 28 días. Entre los romanos antiguos los meses se nombraban por su orden del primero al décimo. Se recordará qué marzo era para ellos el primer mes de los diez que tenía el año. Así, “quintilis” era el mes quinto y “sextilis” el sexto; pero en honor al asesinado emperador Julio César, que había nacido en  el mes “quintilis”, se cambió a julio (denominación que usamos desde entonces); su sucesor, el emperador César Augusto con suprema vanidad renombró al mes “sextilis” en honor a sí mismo por lo que pasó a llamarse, como ahora, agosto y como su mes de sólo 29 días no podía tener menos que el de Julio César le quitó dos días a febrero, quedando agosto por siempre con 31 días y dejando cojo a  febrero también por siempre, excepto en los años bisiestos.

En 3300 años con el atraso de 26 segundos que tiene cada año en el calendario gregoriano habrá que agregar, si todavía lo tenemos, un día más a febrero el cual quedaría con 30, asunto que verán aquellos que hoy puedan encontrar la fuente de la eterna juventud que el conquistador español Juan Ponce de León y Figueroa no pudo encontrar en la Florida.

Varias veces en el pasado, sin embargo, febrero ha tenido 30 días, tal como ocurrió en 1712 en Suecia que cuando decidieron adoptar el nuevo calendario gregoriano no eliminaron varios días a la vez sino que optaron por una actualización paulatina, empezando por agregar un día más al febrero de ese año. Esta idea sólo duró 41 años. En 1929 la Unión Soviética introdujo un “calendario revolucionario” en el que los años de 1930 y 1931 febrero tuvieron 30 días. Este hecho también tuvo corta duración ya que ese país adoptó del todo el calendario gregoriano en 1940. (https://bit.ly/2V53hCn).