16 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Y ¿al alcalde quién lo ronda?

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez 

La llamada sabiduría popular proviene de una honda experiencia de la vida y de la muerte, del amor o de la desilusión y es ésta la que fundamenta la obra de Cervantes, de Skakespeare, de Rabelais, de Carrasquilla o Guimaraes Rosa, escrituras de la verdad.  

En ella se fundamenta el lenguaje para recordarnos que de esa experiencia de los límites es de donde brota la moral que antes de prejuzgar, advierte. El dicho popular: “Y ¿Al alcalde quién lo ronda?” no se reduce en el refranero a una pirotecnia verbal, sino que es la advertencia de que no podemos juzgar irresponsablemente a los demás sin primero habernos convertido en jueces de nuestros propios actos, de nuestros propios juicios.  

La degradación del lenguaje es entonces la degradación de las responsabilidades personales ante lo que se dice, aceptar la falsedad como verdad. Aceptar un error, una equivocación en una discusión no es lo mismo que la irresponsabilidad de andar dando falsas informaciones, que calumniar por calumniar sin que haya una sanción justa para el calumniador(a). Y de esta irresponsabilidad se han contaminado ad infinitum los llamados y diversos medios de comunicación, los boletines de grupos políticos, los noticieros de t.v.  

La entrevista que le hicieron al Alcalde Quintero los periodistas Vanesa de la Torre y Pascual Gaviria es, en contraste, un ejemplo periodístico de lo que debe ser una entrevista a un personaje: la habilidad para de modo sutil ir haciendo que el Alcalde se descubriera  políticamente como lo que es, en realidad rebatiéndole muchas de sus gratuitas aseveraciones, sacando a la superficie la distancia que se da entre un joven profesional que llegó a la Alcaldía gracias al poder de grupos de diferentes ataduras político-económicas y no pues con un programa de gobierno sino, además, parapetándose en una difusa ideología  populista impuesta por el petrismo en su ambición de copar el espacio político de Medellín con mira a las elecciones del 2022.  

La estrategia, como señalé entonces, del Caballo de Troya: entrar soldados ocultos en el vientre del animal y soltarlos cuando están dentro de la ciudad. Fue sincero cuando de salida anunció que su objetivo era acabar con el Grupo Empresarial antioqueño a quien continúa señalando como un grupo corrupto, algo que hasta el momento ni él ni sus asesores han podido comprobar. Por el contrario, ¿no se hace claro que ha recurrido al caso Hidroituango como un sofisma de distracción para disimular su desgobierno y permitir el avance del petrismo?  

En esa entrevista se ha atrevido a acusar con nombre propio a las grandes empresas antioqueñas como Nutresa, Suramericana, Argos, o sea lo que para su populismo él identifica como “el odiado capitalismo de los ricos” recurriendo para ello a clichés chavistomaduristas, iglesistas y no a datos concretos, cifras concretas que es lo que hemos venido esperando.  

Su fracaso indignante para enfrentar la pandemia con su elevada cifra de muertos sí que es un irrebatible argumento en su contra, el ”Entran cien y salen cien”, no solo es una descarada mentira sino la demostración palpable de cómo este populismo es  incapaz de acercarse a la realidad de las calles, a las largas hileras de los condenados a muerte por su negligencia y la falacia de este grupo populista más preocupado por obtener gabelas burocráticas que en mostrar su solidaridad humana. 

Quintero no es él, él es su grupo político que a control remoto le dicta lo que debe hacer, procurando eso sí ocultar sus identidades para el caso de que si Quintero comienza a ser víctima de sus propias contradicciones tal como lo pone de presente su escaso vocabulario, ellos no puedan ser acusados de conspiradores.  

Y es este enfoque ético el que ronda hoy al Alcalde: no asumirse como un individuo pensante que toma decisiones por sí mismo si no que actúa  como el fonomímico que “abre la boca fingiendo la reproducción de voces previamente grabadas”.  

P.D Al estallar, lo vuelvo a repetir, el escándalo de Hidroituango, especialistas de la talla de Johel Moreno y el ingeniero Ordoñez dieron un informe científico sobre las causas y posibles responsables de ese fracaso. Las investigaciones de la Contraloría que culminan ahora con este veredicto se iniciaron desde las primeras denuncias. Quintero no existía entonces y lo que ahora busca el petrismo – ideologizando el problema- es sacarle beneficios políticos. Por eso, tal como lo había denunciado, Quintero ha convertido a Telemedellín en su canal personal, el de Cepeda, Sanguino, Muñoz, etc.