14 julio, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Wall Street, 233 años dominando el mundo

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Elizabeth Mora

Por Elizabeth Mora-Mass 

Por un total de más de 233 años, hombres y, más recientemente mujeres se han venido reuniendo en la convergencia de las calles Wall y Broad, en el Bajo Manhattan de Nueva York para comprar, vender y permutar, todo en nombre del capitalismo.

Son ocho calles donde se concentra gran parte del poder adquisitivo de la Tierra. Por Wall Street se conoce del Distrito Financiero de Manhattan, Nueva York, el cual incluye la Bolsa de Valores, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, docenas de bancos comerciales y aseguradoras, todos ellos localizados entre Broadway, South Street y el río East.

El nombre de Wall Street es más viejo que el de Nueva York. La calle se llama así porque una muralla de doce pies de alto fue construida en 1653 para defender el caserío de New Amsterdam, creado por los daneses en 1624 y establecido en 1625, de las tropas inglesas que querían invadir, cosa que lograron después de varios atentados.

Cuando el conflicto surgió entre Inglaterra y Dinamarca, en el centro estaba el mercado de la entonces joven ciudad. Era un mercado pueblerino, en el cual se vendía en el suelo, el cual era de tierra y piedra.

Pero ya era el centro financiero del naciente pueblo, en el cual ya vivían habitantes procedentes de una docena de países y de varios continentes. Con el triunfo de los ingleses, el nombre de New Amsterdam fue cambiado por el de New York y el mercado continuó en el mismo sitio.

Pudiera decirse que Wall Street pasó de ser un negocio donde se vendía comida, telas y pieles a ser el centro financiero por excelencia. Una jungla de acero y vidrio Olvídese de creer que es un lugar siempre amable.

El Mercado Financiero –tal como la ciudad de Nueva York–es un sitio de “toma y dame” y, como en cualquier plaza del planeta, compradores y vendedores buscan el mayor beneficio económico.

La única diferencia es que los hilos que mueven Wall Street son los mismos que controlan la economía global. Aunque se le conoce como Wall Street, ese no es su nombre oficial. En realidad, se llama Bolsa de Valores de Nueva York.

Es la organización de mercado de valores más grande de Estados Unidos y la primera del mundo. Además, tiene una pequeña sorpresa: por sí sola, la Bolsa de Valores de Nueva York, no compra, no vende, no posee acciones, ni ordena los precios de los valores que allí se negocian.

Los precios son determinados por las dos señoras caprichosas que rigen todo el mercado del planeta: la oferta y la demanda.

Localizada en una estrecha calle del Bajo Manhattan, la edificación es más bien pequeña–comparada con los rascacielos que le dan su identificación a la Gran Manzana–. Sin embargo, esta edificación es la principal razón para que Nueva York continúe llamándose “Capital del Mundo”.

Wall Street es la imagen viva del capitalismo, con todos sus valores y con todos sus defectos, por lo que allí es posible apreciar todos los arquetipos que componen la Raza Humana.

En su seno conviven las mentes más brillantes, ya sean buenas, malas, honestas, tramposas o criminales. Y todos se mezclan en una simetría armoniosa difícil de apreciar a simple vista. El tango “Cambalache” sería la definición perfecta del lugar.

Clavado en la historia, la economía y la política de Estados Unidos

Fundado el 17 de mayo de 1792, por un grupo de 24 mercaderes que suscribieron el primer acuerdo para vender dentro de un mercado organizado sus productos o canjearlos por otros, la historia de Wall Street es la historia de la política y la economía de los Estados Unidos.

A esta suscripción se le dio el nombre de el “Acuerdo del Árbol de Buttonwood”, porque fue realizada debajo de un árbol que quedaba frente a lo hoy sería el 68 de Wall Street.

El lugar fue escogido porque quedaba en el centro de aquel mercado callejero inicial, en el cual se vendían desde gallinas hasta whisky casero.

Hacia finales de 1700s, las ventas de Wall Street eran de tabaco, pieles y seguros de carga en barcazas que cruzaban los ríos que las llevaban a sitios lejanos.

En 1790, hubo un hecho que cambiaría toda la historia de la economía y la política de los Estados Unidos, cuando Alexander Hamilton, como secretario del tesoro, ordenó consolidar las deudas de la Guerra Civil por bonos que serían pagados por el gobierno federal.

Su rival Thomas Jefferson era el secretario de estado y apoyó el plan de Hamilton, pero a cambio exigió mover la sede del gobierno federal de Nueva York–donde estaba localizada– a las orillas del Río Potomac, lo que hoy se conoce como Washington D.C.

Así que, desde tal época, la economía y la política van de la mano. Lo que ocurre en la política repercute en Wall Street. Pero lo que ocurre en la Bolsa de Valores de Nueva York repercute en la economía del orbe.

La razón es sencilla: las transacciones que se hacen a diario en su seno incluyen acciones, papeles y bonos de las más importantes corporaciones y estados soberanos de la Tierra, así como las negociaciones de todos los productos energéticos, tecnológicos, servicios y, algunos otros como el azúcar y el café–bases de algunas economías nacionales–sin olvidar los metales preciosos y los materiales raros, indispensables en tecnología y defensa, incluyendo a Estados Unidos.

Moviendo el billete de gran parte del planeta En Wall Street los inversionistas tienen papeles de cerca de cinco mil corporaciones y bonos de la mayoría de los gobiernos para negociar, incluyendo a unos 160 estados soberanos del planeta.

También se mueven las acciones de las corporaciones multinacionales y de la banca globalizada.

Por dentro, su universo es un ejemplo de la tecnología: computadores, teléfonos y celulares que se comunican todo el orbe, relojes electrónicos que marcan la hora en una docena de ciudades de la Tierra, mientras un ejército de hombres y mujeres sudorosos gritan de pie.

Mirándolos desde el pasillo del segundo piso, la escena parece una película surrealista. Hoy, como ayer, la Bolsa muestra la realidad de la economía y los cambios originados en todo el mundo.

El trueque callejero fue cambiado por sofisticados sistemas de computación. De la calle llena de fango se pasó a unos brillantes pisos. Rostros de orientales, negros y mujeres se han sumado al ejército de hombres blancos que solía controlar Wall Street.

Mirando las transacciones de la Bolsa se estudia la historia del desarrollo de USA: la Guerra Civil fue dolorosa para el pueblo estadounidense, pero en Wall Street fue “otro negocio”.

La construcción de canales, como el de Panamá y de los ferrocarriles, “la fiebre del oro”, la electrificación de tierras del Tío Sam, la dotación de acueductos, los viajes espaciales, el desarrollo de la tecnología, etc., han sido “simples negocios” que han dado origen a grandes negociaciones y cambios en la Bolsa, obligándola a crear otras corporaciones especializadas en los nuevos productos.

Wall Street no es otra cosa que el universo de los negocios en su máxima expresión: personas, productos, máquinas, servicios y necesidades que señalan la capacidad de cada nación para sobrevivir. Los “corredores” y el “piso” La Bolsa de Nueva York es movida por corredores.

Para serlo, “sólo se necesita ser admitido por el Consejo Administrativo y tener el dineral que vale cada silla”. Se llama “silla”, el derecho a participar en el mercado. En realidad, ningún corredor de Wall Street trabaja sentado. Todos lo hacen de pie y a grito abierto. Algunos llevan dos o tres celulares. A

sí muchos tengan el dinero para ingresar, no hay más cupos para “estar en el juego”, que es como los corredores llaman su participación en el mercado de valores. Son unos 1.400 corredores inscritos en forma oficial quienes mueven las acciones cada día.

|Son ellos quienes negocian los valores de los cinco continentes por millones de millones de dólares diarios. Estas negociaciones se hacen en lo que se denomina “el piso”. Allí es donde a diario se vive en un caos escalofriante.

A través del movimiento de la Bolsa de Valores de Nueva York se puede apreciar cuales son los productos que mueven la economía mundial y la evolución de las necesidades de la Humanidad.

El Dow Jones

El índice Dow Jones lo componen las empresas más grandes y poderosas de Estados Unidos.

Los precios de las acciones son totalizados y divididos por un divisor que es destinado a compensar las pérdidas o las ganancias durante todo el tiempo que duren las acciones de la Bolsa. Como resultado, los cambios ocurridos en el Dow Jones tienen relación con el precio oficial del dólar.

 Como el dólar estadounidense es hasta ahora, la moneda comercial por excelencia en toda la Tierra, de su valor depende la fluctuación de las demás monedas y de toda la economía del planeta.

Este reportaje es el producto de varios cubrimientos a Wall Street, tanto en tiempo normal como en tiempos de crisis.