
Por Gabriel Zapata Correa
Sucedió lo que estaba previsto que sucediera. El dictador asumió la “presidencia” usurpada el 28 de julio del año pasado, se burló de la comunidad internacional y su amigo el presidente Petro legitimó el robo de las elecciones en Venezuela y se puso del lado del sátrapa.
El mandatario no escuchó las voces de más de 500 personalidades de todos los rangos, colores y categorías del país, que le recomendaron, a través de un documento, que Colombia no debería asistir a ese acto de atraco democrático y nivelarse con las dictaduras de Rusia, Nicaragua y Cuba, entre otras, que acompañaron al dictador. Pero Petro lo hizo y envió al embajador nuestro en ese país, Milton Rengifo.
Y como el dictador no tiene nada de bobo, hizo evidente y notoria la presencia de Colombia, con un saludo muy especial al enviado de su amigo Petro, para que no quedara dudas de su respaldo.
El presidente Petro había confirmado a través de su cuenta de X que no asistiría al acto de posesión de Nicolás Maduro, en el Palacio de Miraflores en Caracas, Venezuela.
Una de las razones expuestas por el mandatario colombiano fue la detención de Carlos Correa, defensor de derechos humanos en Venezuela, al igual que Enrique Márquez, excandidato presidencial y líder progresista del vecino país, quien fue detenido por las autoridades locales días previos a la posesión del dictador venezolano.
“Esto, y otros hechos, impide mi asistencia personal al acto de posesión de Nicolás Maduro (…) Las elecciones pasadas en Venezuela no fueron libres. No hay elecciones libres bajo bloqueos”, escribió el jefe de Estado en sus redes sociales.
A su vez, el mandatario recordó la posición de Colombia de no reconocer la elección de Nicolás Maduro, mientras no se publicaran las actas oficiales de las elecciones presidenciales realizadas el 28 de julio de 2024, y que, a través del fraude, declararon ganador al líder del régimen chavista sobre el candidato de la oposición, Edmundo González.
“La solicitud de Colombia no fue atendida en el sentido de máxima transparencia en las elecciones pasadas, cuando tal posibilidad se expuso en diversos espacios de encuentro político al que fuimos invitados. En Europa, en Venezuela y en los EE. UU.”, mencionó Petro en X, y agregó que no interferirá en las políticas internas de Venezuela, por lo que su declaración no generará el cierre de la frontera entre ambas naciones.
Pero la narrativa de Petro resultó un engaño y una mentira más. Porque borra con sus hechos lo que dice en palabras. El, que ha sido un defensor del Constituyente primario, doblegó su cerviz y sus principios, ante el amigo dictador y pasó de agache.
La postura del presidente Petro generó todo tipo de reacciones en el sector político colombiano y venezolano. Mientras que algunos lo catalogan como una postura prudente frente a las relaciones comerciales entre ambos países, otros señalaron que es una posición ambigua, luego de confirmar la presencia del embajador Milton Rengifo como delegado del Gobierno colombiano.
Uno de ellos fue Diosdado Cabello, ministro del Interior y uno de los principales aliados de Nicolás Maduro, quien arremetió contra el primer mandatario de los colombianos por su petición de liberar a los dos líderes progresistas, detenidos por el régimen venezolano.
“El que estaba al frente de eso se llama Enrique Márquez, parte del golpe de Estado que quieren dar en Venezuela. Aquí no hay ángeles, y menos en los opositores, para los que anden defendiéndolo, ¿oíste, (Gustavo) Petro? Defiéndelo, está defendiendo a un niño de pecho (…). Puede ser tu amigo, pero es un delincuente”, expresó Diosdado Cabello.
Pero como podemos ver, Petro, que se define como un progresista, demuestra que le encantan las dictaduras. De suyo acá en Colombia no deja de mostrar sus aires de dictadorzuelo, cuando se les enfrenta a las instituciones constitucionales y las desconoce. Con la respuesta de Diosdado Cabello, él, Petro, que habla de dignidad, se tuvo que aguantar la humillación de que tratara de “delincuentes” a sus amigos defensores de los derechos humanos.
Pero hubo otro detalle no menos relevante que demuestra la subyugación de Petro a la dictadura. Cuando se conoció el secuestro y posterior liberación de la líder opositora a su amigo el dictador, María Corina Machado, Petro trinó en forma inmediata: “El mundo de las noticias falsas”. Obvio, con la única intención de restarle importancia a semejante noticia.
En una entrevista que concedió al medio NTN 24, la política venezolana, quien fue deslegitimizada por el régimen y no le permitió ser candidata presidencial, se refirió al apoyo que el presidente Petro decidió darle a Nicolás Maduro.
La líder opositora indicó que la historia sería la encargada de definir si las decisiones de Petro eran correctas o no para Colombia y que sentía pena por el pueblo colombiano: “Yo lamento mucho esa decisión, sobre todo por Colombia, porque yo creo que este es un momento, donde en la historia solo se valen posiciones nítidas, entre la justicia y la corrupción; entre la libertad y la opresión; entra la verdad y la mentira; entre la soberanía popular y el fraude monumental, no puedes estar en el medio, no puedes estar bien con Dios y con el diablo”.
Más claro no canta un gallo. Como se ve, Petro perdió la oportunidad se lograr un liderazgo en la región, donde se ven figuras nítidas, serias y coherentes como los presidentes de Brasil, Lula Da Silva, y de Chile, Gabriel Boric.
Seguramente él piensa que le va mejor con su amigo el dictador, con quien comparte sus ideas “progresistas”, y ayer legitimó con la presencia de Colombia en ese acto, ante la comunidad internacional. Petro le prende una vela a Dios y otra vela al diablo.
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