Por Gabriel Zapata Correa
Los colombianos y los ciudadanos de bien no salimos del asombro, con los hechos violentos protagonizados el jueves en la noche por delincuentes y criminales en el Atanasio Girardot, en desarrollo del partido entre Atlético Nacional y el junior de Barranquilla.
Como se sabe, el partido fue suspendido en el minuto 54, cuando un hincha del cuadro de Barranquilla le arrebató un trapo a un fanático del Atlético Nacional. Y se armó una verdadera batalla campal, con el resultado de 25 personas heridas con navajas y cuchillos.
La situación se puso tan brava, que los 280 hinchas del Junior solo pudieron ser evacuados del Atanasio Girardot a las 2 de la mañana, luego de que la policía pudiera asumir el control del primer escenario deportivo del departamento.
Las cosas hay que decirlas como son. El primer responsable de la seguridad dentro del Atanasio Girardot es el Atlético Nacional, en este caso. Desde hace dos años la policía como autoridad de control, salió de los estadios de Colombia. Y como se trata de un espectáculo privado, la policía no asume la responsabilidad. La asume en los anillos de seguridad que establece en los alrededores del estadio, donde, en esta ocasión, se presume que no hubo control alguno, por la cantidad de navajas y cuchillos que esgrimieron estos criminales en las graderías del Atanasio Girardot.
El fútbol era un espectáculo muy agradable para disfrutar en familia dentro de los estadios. Ya no. Nadie va a asistir a un estadio a arriesgar su vida o la de sus hijos, o también bajo la incertidumbre de que en cualquier momento se puede desatar una batalla campal con consecuencias impredecibles.
Creemos que de acá en adelante las autoridades les deben exigir a los equipos que demuestren en la práctica cuáles son las garantías de seguridad que van a aplicar dentro de los estadios, y en especial acá en Medellín, que lo hagan el Atlético Nacional y el Independiente Medellín. Y si no las demuestran, que el alcalde Federico Gutiérrez no les preste más el Atanasio Girardot.
Estamos de acuerdo con la posición vertical que ha asumido el alcalde de la ciudad Federico Gutiérrez, y su secretario de Convivencia Ciudadana, Manuel Villa, quienes rechazaron enfáticamente estos hechos violentos protagonizados por delincuentes en el desarrollo del partido entre Nacional y Junior.
Está bien que la Alcaldía de Medellín publicara el cartel con los rostros de los 10 individuos buscados por su presunta participación en estos disturbios. Pero falta una medida que es fundamental. Es urgente que se implementen las cámaras de identificación facial, como ya lo está haciendo el Atlético Bucaramanga. Es una decisión en la que debe estar obligatoriamente implicada la Dimayor, que es la máxima rectora del negocio del fútbol profesional, y cuyo presidente, Fernando Jaramillo Giraldo, se ha mantenido al margen, inexplicablemente, de este escándalo.
El alcalde Federico Gutiérrez dijo: “La violencia de ayer en el estadio nada tiene que ver con fútbol. No son hinchas, son criminales. Así deben ser tratados. Deben ser individualizados, judicializados y capturados por tentativa de homicidio”.
Y luego manifestó: “Las imágenes que ha visto el país entero no corresponden realmente a lo que significa un partido de fútbol, son imágenes de guerra y lo primero que hay que decir es que esas personas no son hinchas, sino que son criminales y delincuentes”.
“Esto no pasa dentro del Estadio, muchas veces se interceptan los buses en los que vienen las hinchadas al Estadio y se encuentran hachas, armas, bates, están preparados para una guerra y no son hinchas, son criminales. Esto tiene que parar definitivamente”.
Fenalco le habló clarito al Gobierno
Con la situación en que está el país, no nos podemos andar con rodeos como lo hace el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, dando declaraciones ambiguas y escurriéndole el bulto a las duras realidades que estamos afrontando.
Por eso aplaudimos la verticalidad del presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, quien en el discurso de instalación de su Congreso no cargó agua en la boca para decir la verdad: “Colombia ha perdido 30 años en dos años de gobierno de Petro”.
Y muy bueno haber sentado a los alcaldes de Bogotá, Carlos Fernando Galán; al de Medellín, Federico Gutiérrez; al de Cali, Alejandro Eder, y al de Barranquilla Alex Char, quienes coincidieron en que a Colombia hay que salvarla desde las regiones.
Hay que hablar con claridad, y llamar las cosas por su nombre, para ver si podemos salir del abismo en que nos tiene el presidente Petro.
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