28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: los errores del Centro Democrático en el escándalo del Concejo

Gabriel zapata

Por Gabriel Zapata Correa

La solidez de los partidos políticos se mide en la seriedad de sus ideas y coherencia entre lo que predican y practican. Así de sencillo. 

Es la mejor fórmula que tienen entre manos sus seguidores y militantes para medir la integridad de cualquier colectividad que le hace propuestas a la comunidad para acceder al poder a través de programas, las cuales promete cumplir si logra sus propósitos electorales. 

El caso que ha ocupado durante estos días la atención de la opinión, y que ha centrado las miradas de políticos de todas las pelambres, tiene que ver con el mal manejo que le ha dado el partido que creó el expresidente Uribe, el Centro Democrático, al escándalo en el Concejo de la ciudad, el cual no tiene precedentes, no solo por la lesión a los estatutos de esa colectividad, sino por la ausencia de rigurosidad de algunos de sus concejales en su cumplimiento y la debilidad de sus directivas en hacer cumplir sus normas. 

Podemos comenzar por la cola. Es lamentable el resultado de este tira y encoje entre el alcalde Daniel Quintero, con un enorme rechazo entre la comunidad por sus engaños y mentiras permanentes, y el líder del Centro Democrático, el expresidente Uribe. 

Porque en la práctica el alcalde ganó el pulso por la presidencia del Concejo, y el Centro Democrático perdió credibilidad y quedó ante la opinión pública como un partido que estaba negociando sus principios con su peor enemigo, por burocracia y contratos. 

Hay un agravante de una gran repercusión entre la comunidad. Y es que el alcalde Daniel Quintero trasladó el enfrentamiento ideológico con el expresidente Uribe, al escenario personal, sin límites y fronteras en el uso de su lenguaje, que además es un pésimo mensaje para niños y jóvenes que lo identifican como la primera autoridad del municipio. 

Sin embargo, hay que decir que, en esta pelea, que va rebasando las fronteras de la razón y del respeto, el Centro Democrático perdió su oriente desde que se inició la actual administración, porque algunos de sus concejales aceptaron desde el comienzo participar de las mieles de la burocracia que les ofrecía el alcalde Daniel Quintero, el peor enemigo de su líder y jefe único del partido, el expresidente Alvaro Uribe Vélez. 

Es una falta total de respeto, anteponer los intereses personales del bolsillo, a los ideales y principios del partido que les ha dado su vida política y les brindó el honor de llegar al concejo de la ciudad, la primera célula de la democracia. 

Al Centro Democrático le ha faltado coherencia y decisión para hacer respetar sus estatutos, y la línea de mando de su jefe, el expresidente Uribe. 

Que no nos vengan a decir que en el Centro Democrático no sabían que desde hace dos años el concejal Albert Jordano Corredor y su padre mandaban en la Secretaría de Educación del municipio, y las poderosas influencias del concejal Simón Molina en el municipio con el respaldo de la senadora Paola Holguín, tampoco el poder de decisiones del senador Nicolás Pérez en Isvimed, y la lista de colocados de la otra concejal Nataly Vélez. 

Y eso para no entrar en detalles de la forma como Daniel Duque de los verdes y Daniel Carvalho, de Fajardo, exaliados del alcalde Quintero, han tratado al expresidente Uribe de hampón, de asesino, de paraco y de corrupto, y fungir ahora de aliados en el Concejo, es un exabrupto que supera todas las fronteras de la dignidad. 

Lo que comenzó en el Centro Democrático con el Concejo de Medellín no está terminando bien. Si se tiene que aplicar el rasero de los principios, debe cobijar a todos los concejales que se han beneficiado de la mermelada quinterista, así ahora aparezcan como unos conversos arrepentidos, con la protección de algunos senadores que tienen más ascendencia que otros en el expresidente Uribe. 

El expresidente Uribe, tal vez el más grande líder político de los últimos 25 años en Colombia, no puede caer en un mar de incoherencias como las de ahora, dos años después de permitir que su partido, el Centro Democrático, cohonestara por mermelada con una administración que él mismo ha calificado de corrupta.  

No se les olvide que por el apoyo de la senadora Paola Holguín al candidato de Federico Gutiérrez en las pasadas elecciones, con la autorización del expresidente Uribe, Daniel Quintero le ganó las elecciones al aspirante del Centro Democrático, Alfredo Ramos. ¿O sea que las incoherencias son una práctica ya normal en esa colectividad? 

Lo más triste de todo, es que sigue perdiendo la ciudad.