29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: La diplomacia mundial derrotada por Nicolás Maduro @CancilleriaCol

 

Por Gabriel Zapata Correa* (foto)

¿Qué ha pasado con el dictador Nicolás Maduro desde comienzos de este 2019 hasta el día de hoy, cuando entonces se pretendió llevar a Venezuela cientos de toneladas de ayuda humanitaria? ¡Nada!

Pero la lectura más triste de los acontecimientos, es que desde un principio los analistas coincidieron en la falta de un verdadero compromiso internacional que condujera a una salida rápida del sátrapa. Recuerden que durante esos días de la tal ayuda humanitaria, no se hizo presente en la frontera con Venezuela un solo canciller de los 65 países que respaldan al presidente interino Juan Guaidó. Y ni un presidente de Latinoamérica. ¡Dejaron solo a Duque!

Y mientras tanto, decenas de miles de venezolanos, muertos de hambre, continuaban y continúan buscando refugio en los países vecinos, especialmente Colombia. Y detrás del hambre, la miseria total, los niños desnutridos, las menores de edad embarazadas, madres desamparadas buscando comida con sus hijos en los basureros y centenares de sus coterráneos pidiendo limosna en las esquinas de los países amigos. Y en la otra orilla, un dictador fortalecido.

¿Y qué ha pasado con la diplomacia mundial? ¡Nada!

La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, estuvo una semana en Venezuela. Recorrió y percibió la miseria humana del vecino país y se reunió con el dictador y concluyó que las sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro han «exacerbado» la crisis venezolana. «Le dan aire a un régimen oprobioso», subrayó. «A mí me duele la situación en Venezuela, me duele porque veo lo que le pasa a la gente», dijo entonces Bachelet.

La alta funcionaria fue recibida por Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores.

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, calificó de «incorrecta» la afirmación de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos: «Si vamos a hablar del efecto de las sanciones sobre el pueblo venezolano (…) la sanción más fuerte que ha tenido el pueblo venezolano ha sido la corrupción del sistema madurista y tenía que haber empezado la alta comisionada de Derechos Humanos refiriéndose a este punto», expresó en una rueda de prensa en Medellín.

En ese sentido, el hombre fuerte de la OEA, Almagro, respondió que el régimen de Maduro se ha «robado» 80.000 millones de dólares, «esa es la cifra estimada más baja», que equivale a «un Plan Marshall en moneda actualizada».

El secretario general de la OEA opinó que Bachelet debió considerar que el principal problema «son los ladrones que están sentados en la dictadura venezolana». La segunda peor sanción, según Almagro, son «los 40.000 barriles de petróleo que se roba Cuba de Venezuela, que se los lleva por su cuenta prácticamente».

Esto públicamente es una confrontación conceptual o retórica entre la OEA y la ONU. Pero lo más grave es que los 65 países que apoyan a Juan Guaidó guardan silencio. El panorama no puede ser más desolador y más desesperanzador para los millones de venezolanos que esperan un posible retorno feliz a su patria. Pero no. NO hay esperanzas. La diplomacia mundial ha sido derrotada por el dictador Maduro respaldado por Rusia, China y su subordinada Cuba.

Esta semana se cumplió en Medellín La Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y como si fuera poco, allí volvieron a resurgir las discrepancias y las tensiones que existen en el continente sobre la caótica y dramática situación humana de Venezuela.

México, Bolivia, Nicaragua y Uruguay criticaron el reconocimiento de la cumbre a los representantes enviados por Juan Guaidó. Pero Uruguay llevó más allá su rechazo y se retiró de la cumbre. El embajador jefe de su país ante la Asamblea General de la OEA, Ariel Bergamino, tomó la decisión de levantarse de la mesa por «un progresivo y sistemático vaciamiento de la institucionalidad y la normativa» de la organización. «El futuro de Venezuela no pasa solamente por este ámbito de la OEA. Que nosotros nos hayamos retirado de una asamblea que consideramos desnaturalizada no significa que no sigamos trabajando».

Nada sustancial. Palabras y frases buen construidas. Lavada de manos.

Pero la verdad es que estamos cansados de las cifras, de la retórica, de las frases bonitas, y de la dura realidad que vivimos todos los días en nuestras calles. Ni la OEA ni la ONU han hecho nada por los venezolanos víctimas de la dictadura. Dos organismos burocráticos e ineficientes. Y menos Uruguay, Bolivia, Nicaragua y México. Hasta el presidente Trump ha comenzado a recoger sus amenazas y ahora guarda silencio.

Nadie puede negar que dejaron solo al presidente Duque en esta lucha por la salida del dictador. En la Asamblea de la OEA en Medellín, Duque remató su intervención con esta frase:

«No podemos mirar a la lejanía lo que está ocurriendo, nuestro deber es la dictadura finalizada, nuestro deber es la dictadura doblegada, nuestro deber es la libertad del pueblo venezolano».

Pero es una voz en el desierto.

  • Exsenador de la República.