16 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: la condena social al exalcalde Quintero

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Por Gabriel Zapata Correa

No es gratuito que en Antioquia y varias ciudades del país el común del ciudadano quiera identificar la palabra traición, con “quinterada”.

No se necesita mucha explicación para interpretar lo que la comunidad siente de un alcalde que dejó tirada su ciudad, abandonada, tal cual la tuvo durante toda su administración, en medio de la polarización y de la lluvia de denuncias por supuestos escándalos de corrupción que él nunca tuvo el valor civil de enfrentar, y mucho menos de aclarar.

Una administración repleta de nubes negras en todos los aspectos por donde se le quiera mirar, las cuales confirman las decenas de denuncias que reposan durmiendo el sueño de la impunidad en la Fiscalía General de la Nación.

Uno de los ejemplos más claros surge con el acuerdo entre Millicom y EPM para salvar a Tigo-Une. ¿Cuáles eran las negras intenciones políticas del exalcalde Daniel Quintero, con la plata que él insistía que le aprobara el Concejo de la ciudad? Esta solución lograda entre Millicom-EPM confirma las dudas que tenían los concejales que le negaron la aprobación de esa multimillonaria suma, que se traduce en una sola palabra: desconfianza.

Algunos pensamos que, tal vez el solo hecho de haberse salvado esta plata, justificó la renuncia del alcalde, el peor en la historia de la ciudad, aunque él y su equipo de colaboradores persistan en seguir mintiéndole a la comunidad que lo eligió. Porque son escandalosos lo rumores que se escuchan en círculos muy serios y privilegiados de políticos y empresarios, sobre los destinos futuros de esas platas que el Concejo de la ciudad salvó en buen momento.

Este es el momento histórico para reivindicar al Concejo de la ciudad, cuyo prestigio fue puesto en la picota pública por el siempre cuestionado alcalde, quien nunca fue capaz de explicar ni justificar en qué iba a invertir esa plata, que no fuera para la campaña de sus candidatos a remplazarlo. En un plumazo Millicom y EPM solucionaron el problema, y la inversión en Tigo-Une no arroja la menor duda, ni en el presente ni en el futuro. Sin pasar por las manos del alcalde.

Pero este es apenas un síntoma nefasto de unas de las negras huellas que comienzan a verse de la herencia del exalcalde, quien ahora pretende recoger votos en Medellín y en diferentes ciudades del país con su movimiento Independientes para las elecciones territoriales del próximo 29 de este mes. Pero nunca ha sido peor la coyuntura para un tipo orgulloso y soberbio, un resentido social que llegó al primer cargo de la ciudad a desahogar sus pasiones desequilibradas en contra de la comunidad y de los empresarios que han hecho de Medellín una ciudad próspera y progresista. Y, en contraste, no tiene una sola obra para mostrar en cuatro desastrosos años de administración. Ni una sola que Daniel Quintero pueda decir que lo pondrá en el libro de los honores. Ser el peor alcalde de Medellín será un mérito que difícilmente le quitará alguien en el futuro. ¡Imposible!

Pero como decimos en Antioquia, Dios no castiga ni con rejo ni con palo…

El exalcalde Quintero pensó que iba a ser recibido con ovaciones en las ciudades donde le iba a hacer campaña a sus candidatos, por su movimiento Independientes.

Tanto en Cartagena como en Montería Daniel Quintero fue rechazado por la ciudadanía, que no le permitió ni siquiera repartir sus papeles volantes a favor de sus “patrocinados”. Quintero fue tratado de “ladrón”, y la gente lo rechazó a la voz de “fuera”, “fuera”.

Tanto en Cartagena como en Montería fue tratado como en su ciudad, acá en Medellín, donde no puede entrar ni a un restaurante porque los comensales se ponen de pie y se retiran en protesta por su presencia.

Es el castigo y la condena social que merece Daniel Quintero, en contraposición a la indiferencia e impunidad con que lo ha tratado la Fiscalía General de la Nación, pese a los anuncios del titular Francisco Barbosa que no han quedado en nada.

Pero es más importante y contundente el veredicto del pueblo. La Fiscalía y los organismos de control pueden hacerse los sordos y los bobos, pero el pueblo siente y vive la verdad sobre sus gobernantes.

Y en el caso de Quintero, le está dando la condena social que bien se merece.