19 septiembre, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: Juan Camilo, el alcalde que necesitaba Medellín

Gabriel zapata

Por Gabriel Zapata Correa  

En este momento la ciudad vive su peor capítulo de la historia, con un alcalde suspendido por la Procuraduría General de la Nación y revocado por la ciudadanía de bien. 

Aunque nos levanta la esperanza y vemos luz al otro lado del túnel con el nombramiento en encargo que acaba de hacer el presidente Iván Duque, del Alto Comisionado para la Paz, Juan Camilo Restrepo Gómez, un hombre curtido en la política, con una hoja de vida transparente quien siempre ha tenido por principio en la función pública, que la política es para que la gente viva mejor que el político que la ejerce. 

La presencia de Juan Camilo Restrepo es garantía de seriedad, de respeto por la institucionalidad, y, sobre todo, de integridad moral para asumir la orientación de una ciudad que ha sufrido desde que llegó Daniel Quintero Calle una afrenta diaria a su dignidad moral, y el abandono en aspectos tan elementales como el aseo, para no ir más lejos. Una ciudad a la que le hace falta el cariño y el afecto de sus gobernantes, porque únicamente se han interesado por satisfacer sus intereses personales, comenzando por el alcalde, su familia y el equipo más cercano de colaboradores. 

El mensaje de Juan Camilo Restrepo es claro, de unidad, armonía, e institucionalidad para atender temas de urgencia que le competen a la ciudad.  

Frente a las palabras ofensivas del alcalde suspendido y revocado, quien lo calificó de “fantoche” y “bobo”, respondió: “Yo no soy una figura decorativa, vengo a gobernar para ver qué decisiones hay que tomar de carácter de urgencia. Yo no vengo a Medellín a formar una gallera, yo vengo a trabajar por la gente”, dijo en Mañanas BLU.  

Y luego: “Me dedico a enviar un mensaje de institucionalidad, de unidad para la gente de Medellín, entendiendo que estoy en encargo por la decisión de una autoridad administrativa y, por supuesto, por la confianza del presidente Iván Duque”.  

“No quiero estigmatizar ni generar prevenciones. No vengo a dividir. Tengo que tener claro que fue lo que recibí. No puedo llegar acá como una figura decorativa, sin saber qué fue lo que recibí. Ustedes se imaginan, después de este encargo, sin tener claro qué fue lo que recibí. Es un acto de responsabilidad”, explicó sobre la petición a la Contraloría General de una auditoría forense.  

“He recibido amenazas, involucrando a mi hijito, que tiene dos años y medio, pero tacan burro si creen que me van a amilanar con estas amenazas. Ya puse la denuncia correspondiente”.  

Y sobre si es el alcalde del GEA, dijo: «No señor, yo hago varios comentarios, vengo a la ciudad que me vio nacer, que me vio crecer, con un mensaje de institucionalidad. Vengo en cumplimiento de un órgano de control, a trabajar por esta ciudad. Yo quiero ayudar a buscarle solución a los problemas que tienen los medellinenses.»  

“Con ese espíritu vengo a la ciudad de Medellín, de unirla. El liderazgo del siglo XXI es el que une el sector público y el sector privado. Tengo muy buenas relaciones no solamente con un sector del empresariado, sino con una buena parte de este. Esta es una ciudad que se debe al trabajo histórico entre lo público y lo privado. De manera que, este es Juan Camilo Restrepo, un hombre que en los 18 años de vida funcional se siente muy orgulloso de tener una hoja de vida como la tiene”. 

Contrasta la calidad humana del alcalde encargado, con la personalidad del alcalde Daniel Quintero, suspendido y revocado por la ciudadanía de bien. Revocado por la gente de bien, porque Quintero no puede ingresar a ningún restaurante, ni a sitio público alguno de la ciudad, por el rechazo que recibe en forma directa. Es un hombre de mala fe, un ser humano que deja mucho que desear, cuyo ejemplo de comportamiento no es el mejor y menos el ideal para la juventud, a la que él dice representar. 

No sabemos cuánto tiempo estará al frente de la alcaldía el alcalde encargado Juan Camilo Restrepo. Un alcalde así es que necesitamos en Medellín, que sea paradigma de decencia, y que nos haga sentir orgullosos de su mandato.  

Pero su presencia, sea por el tiempo que fuese, ya es un punto ideal de referencia frente a la clase de pesadilla que estamos viviendo en Medellín con Daniel Quintero y que parece nunca terminar.