28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: ¿este será el 2023 que nos espera?

Gabriel zapata


Por Gabriel Zapata Correa 

Las angustias y la incertidumbre con las cuales terminamos este año son suficientes para sentirnos con derecho, no solo a aferrarnos a la felicidad que nos merecemos, sino a desearnos en medio de este mar de incoherencias de este gobierno, el 2023 que nos soñamos, aunque no sea el que nos vayan a dar.

Como en aquella canción de Los Pekenikes, tenemos que aceptar que soñar no cuesta nada, y más cuando creemos que este gobierno continúa haciendo un activismo populista para ir justificando paso a paso las decisiones que va tomando, y pagar por ventanilla, sin recato alguno, el respaldo en las urnas que recibió de delincuentes, bandas criminales, narcotraficantes y de jóvenes de La Primera Línea.

Aunque no nos oponemos por principio a la búsqueda de la paz, este propósito no es una patente de corso para que el Ejecutivo atropelle la institucionalidad, se brinque las leyes como un atleta en salto alto con garrocha, y vaya siempre al límite del reglamento, como en las liberaciones que ha decretado de jóvenes de La Primera Línea, implicados en hechos violentos de las protestas del 2021.

Somos los primeros en desearle al presidente Petro que le vaya muy, pero muy bien en este 2023 que nace esta noche. Porque si al presidente le va bien como todos lo esperamos, nos irá muy bien a todos los colombianos. Pero la verdad es que, si nos atenemos a las declaraciones suyas y de varios de sus ministros, el panorama no es alentador.

El horizonte de la Paz Total es muy oscuro, pese a las buenas intenciones del gobierno. No sabemos cómo será ese camino, pues mientras el Ejecutivo muestra sus cartas del diálogo, los diferentes grupos criminales y delincuenciales continúan con su negocio lucrativo del narcotráfico. ¿Cuándo van a parar?

El otro lunar que nos preocupa del 2023 es la reforma pensional. El presidente Petro y sus ministros mantienen su tono agresivo contra los fondos de pensiones, con un lenguaje que supera las fronteras del trato decente y respetuoso de un mandatario y anunciando, como si continuaran en campaña, que serán intervenidos irremediablemente, lo que no es otra cosa que una expropiación disfrazada de los ahorros de 18,4 millones de colombianos. Ese ahorro pensional, que es propiedad de todos los afiliados, alcanzó $357,8 billones y ganancias por $31,8 billones, al cierre del 2021. Si es el ahorro de los 18,4 millones de afiliados a los fondos, el Estado no puede disponer de esos dineros, con una decisión autocrática del Ejecutivo.

Pero hay otro tema que genera angustias en 2023, relacionado con la estabilidad laboral de los colombianos y la solidez de las empresas. La inflación del 12,5 la más alta del país en toda su historia, sumada a la reforma tributaria que golpeará sin compasión a los empresarios y a las clases populares. Además de la estampida de los inversionistas extranjeros con unas consecuencias impredecibles en los mercados nacionales.

En este tema laboral, pésimo el mensaje esta semana del ministro del Transporte, Guillermo Reyes, quien sugirió en una entrevista radial que una solución para que las aerolíneas no subieran los tiquetes aéreos, era despedir empleados. Eso demuestra la insensibilidad de un gobierno al que no le duelen las consecuencias que le caigan encima al ciudadano de a pie.

¿Y de la salud qué? Este 2023 será clave en materia de salud. El presidente Petro ha sido implacable con las EPS, lo mismo que su ministra Carolina Corcho, quienes sostienen que la salud en Colombia es de las peores del mundo, por encima del concepto de organismos internacionales que la califican entre las 20 primeras del orbe.

Es claro que la intención es jugarle al desprestigio de las EPS para reducirles el presupuesto, y tratar de imponer el modelo cubano y el que Hugo Chávez implantó en Venezuela. La ministra Corcho no tiene claro cómo va a desmontar la intermediación de las EPS, de las cuales se ha declarado siempre una enemiga acérrima, cuando lo ideal sería que construyera sobre lo construido, y no acabar de tajo con el sistema que tenemos cuyo balance es más positivo que negativo. Pero la ministra ha tomado su cargo como la mejor oportunidad para desahogar sus resentimientos sociales, poniendo en riesgo la salud de millones de colombianos.

Pero nos preocupa también qué va a pasar con las propuestas de la ministra activista de Minas y Energía Irene Vélez sobre la actividad minera y los hidrocarburos que ella confunde con los carbohidratos.

Aunque el ministro de Hacienda José Antonio Ocampo ha salido a apagar los incendios y a calmar las tempestades que la ministra Vélez ha generado con sus declaraciones irresponsables sobre sus ideas anti-extractivistas, en el sector no hay ni confianza ni tranquilidad. Y tampoco la hay en los mercados, máxime que el jefe mayor, el mismo presidente Petro, ha salido a burlarse del dólar. Son actividades que le garantizan al gobierno el 80% de sus ingresos para la inversión social. ¿Con qué los piensa remplazar la ministra? Creemos que ni ella lo sabe, porque no sabe dónde está parada…

Habíamos escrito la semana pasada que tenemos todo el derecho a ser felices. Y en un sano principio, a que este gobierno nos garantice la seguridad laboral y pensional, la tranquilidad en los temas de la salud, la estabilidad jurídica que siga siendo el soporte sólido de nuestra democracia, y desde luego garantista de una economía que tiene que seguir jalonando el progreso y el desarrollo. Con estas condiciones sería la mejor fórmula para lograr la Paz Total, sin impunidades, eso sí.