21 junio, 2025

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Vistazo a los hechos: El dictador

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Por Gabriel Zapata Correa 

Al mejor estilo de su venerado, el fallecido dictador Hugo Chávez, Nicolás Maduro de Venezuela o del sátrapa Daniel Ortega de Nicaragua, Gustavo Petro dejó ver su verdadera piel en el discurso que pronunció el primero de mayo, en el cual ratificó su vocación autoritaria y su carácter de dictador.

A Petro no le importa la democracia. Por eso no respeta a las altas cortes y por encima de ellas hace lo que se viene en gana con la salud, indigna la forma como trata a las instituciones y el permanente manoseo que hace del Congreso de la República, quiera o no, la célula símbolo de la democracia. Pero a él no le importa, porque el Congreso no hace lo que él quiere y no se deja imponer sus deseos a su antojo.

A Petro no le importa ni le interesa el debate, así como actúa el autoritario de Nicaragua Daniel Ortega, quien declara enemigos a quienes no respaldan sus ideas o propuestas. Ninguna diferencia de Petro con los dictadores de Venezuela ni el sátrapa de Nicaragua. Su discurso del primero de mayo no puede calificarse de progresista y mucho menos de izquierda. Porque fue un discurso cargado de odio y de sentimientos de venganza, que son el marco conceptual bajo el cual viene gobernando al país, con muy escasos resultados en los diferentes frentes para solucionar los graves problemas del país.

Durante su intervención, el jefe de Estado calificó de “HP esclavista” a quienes rechacen la consulta popular, señalando que los congresistas que voten en negativo no volverán a ser elegidos como tal y, por lo tanto, no podrán ocupar una curul.

“Día del pueblo de Colombia sin pensión. Si creen que eso les basta. Y entonces, en una sesión del Senado, a medianoche, votarán para decir “no” a la consulta. El pueblo de Colombia se levanta y lo revoca”, expresó el mandatario.

Las reacciones no se hicieron esperar. La senadora por el Partido Conservador, Nadia Blel, dijo en entrevista con Semana que “cuando esperábamos a un presidente que uniera con su discurso, un presidente que construyera y que no destruyera; un presidente que en realidad gobierne a favor de esas necesidades que tienen los colombianos en materia de salud, seguridad, empleo. Un presidente que llenara de esperanza con sus palabras a los colombianos, encontramos a un presidente desesperado, lleno de odio, rabia, contra quienes también hacemos país, quienes también hacemos política”.

Y Miguel Ángel Pinto, senador por el Partido Liberal, aseguró que las declaraciones del jefe de Estado son graves, porque representan un ataque directo al equilibrio de poderes. Igualmente, afirmó que sus palabras se asemejan a las de un dictador.

“Esto es muy grave lo que hizo el presidente de la República. Después anunciar que va por el cierre del Congreso, que no va a entregar la silla presidencial el 7 de agosto y se va a amarrar con sogas, es un discurso netamente hecho por un dictador. Creo que el presidente de la República ayer se quitó la máscara y se mostró como lo que realmente es, un dictador en Colombia”, resaltó.

La verdad es que estamos frente a la reedición del fallecido dictador Hugo Chávez. Petro empuñó la espada de Bolívar con guantes blancos, en un acto que recordó inevitablemente al expresidente Hugo Chávez, quien hace 15 años utilizó este mismo objeto como herramienta de retórica política y emblema ideológico en varios de sus discursos. Con esta demostración, Petro evocó los actos que en 2010 protagonizó el entonces mandatario venezolano Hugo Chávez, especialmente al utilizar la misma espada como icono de su llamado “socialismo del siglo XXI”.

En la plaza de Bolívar, escenario de su intervención, Petro apareció ondeando la bandera que Simón Bolívar diseñó en su época, identificada por sus colores rojo, negro y blanco, distribuidos en formas geométricas. Posteriormente, sacó a relucir uno de los símbolos más reconocibles de la independencia latinoamericana: la espada de “El Libertador”.

Estamos notificados. Ya tocamos fondo. Vamos tan mal, que ni la inteligencia militar funciona para detectar los planes de las bandas traquetas criminales que tienen asfixiadas a las regiones. Y por eso todo funciona a través de las recompensas.

Es una lástima tener que concluir que no tenemos presidente… Pero sí un dictador.