19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Vistazo a los hechos: Alfredo Ramos, nuestro próximo alcalde @AlfredoRamosM

Gabriel zapata

Por Gabriel Zapata Correa* (foto)

Estamos a 15 días exactos de las elecciones territoriales. Hay que reconocer que en el seno de las campañas se respira el nerviosismo natural, orquestado por el resultado de las últimas encuestas, algunas de ellas con unos registros que no convocan a la credibilidad.

Pero al margen de lo que digan los números de estas encuestas, es más válido el análisis objetivo sobre los problemas de la ciudad, y las verdaderas soluciones, prácticas, concretas y realizables, para que el ciudadano de la calle salga el próximo 27 de octubre a elegir el alcalde que realmente necesita Medellín.

Como ya lo dijimos en una columna anterior, el próximo alcalde, que debe ser Alfredo Ramos, reúne unos rasgos específicos, para unos problemas muy diagnosticados, cuya solución requiere no solo equilibrio en los análisis, sino claridad, madurez y decisión.

El candidato del Centro Democrático, que reúne ya el respaldo de la totalidad del Partido Conservador, de algún sector del Partido Liberal y de la U, no solo se ha venido ratificando entre la opinión de los medellinenses como el mejor de los aspirantes, sino que sus propuestas se ratifican como las mejores en los diferentes aspectos en que están enfocadas, y en el proyecto de ciudad que ha liderado con eficiencia y transparencia el alcalde Federico Gutiérrez. Por eso es garantía que con Alfredo Ramos no habrá parálisis en el proyecto del alcalde Federico, sino continuidad constante. Porque Ramos promete construir sobre lo construido.

Uno de los temas centrales de los debates ha sido Empresas Públicas de Medellín. Y en este aspecto es bueno hacer énfasis, porque Alfredo Ramos tiene mucha claridad en lo que va a hacer con la entidad más querida por los antioqueños, un patrimonio construido durante más de 50 años de esfuerzos, y que se constituye en un ejemplo no solo en la calidad de la prestación de los servicios públicos, sino en la transparencia del manejo de los recursos que salen de los bolsillos de los antioqueños. Y Alfredo Ramos está en la línea no solo de proteger a EPM, sino de fortalecerla. Es muy fácil elaborar un discurso veintejuliero sobre unas falsas premisas alrededor de una estructura de corrupción que no existe. Esos son los vientos izquierdistas que soplan desde otros lares, que nos traen un lenguaje pegajoso para pescar incautos. Ya Bogotá ha sufrido en carne propia estas experiencias y las ha pagado con creces. Con esos discursos mentirosos han engañado a la ciudadanía basados en una pretendida falsa equidad y la manida y gaseosa ilusión de redistribución de las oportunidades.

¿Vale la pena que Medellín se arriesgue a una aventura de estas tan riesgosas, con un camino impredecible y un futuro aún más incierto?

Como ya lo dijimos, el espejo de la capital de la República nos sirve para reflexionar, si podemos rifar en las urnas el presente y el futuro de nuestra ciudad y de nuestros hijos.

Aquí en Antioquia y Medellín hemos tenido siempre  sentido de pertenencia con las empresas que nos han costado lágrimas y sacrificio sembrarlas, llevarlas de la mano y consolidarlas, como por ejemplo el Metro y EPM. Por eso hemos insistido con coherencia en que tenemos que votar con responsabilidad. Los intereses de Antioquia y Medellín van unidos. Al igual que nos parece Alfredo Ramos la persona mejor preparada para dirigir los destinos de Medellín y para suceder al alcalde Federico Gutiérrez, Andrés Guerra es la persona más indicada para asumir las riendas de Antioquia.

Es el momento histórico de Antioquia y Medellín para que llevemos a la Gobernación y a la Alcaldía a dos excelentes personas, y mejores dirigentes para que asuman los destinos de la región. No podemos ser inferiores al momento que nos exige votar responsablemente y elegir ciudadanos serios, comprometidos, responsables  y estudiosos.

Y Alfredo Ramos y Andrés Guerra nos ofrecen todas estas garantías.

  • Exsenador de la República.