
Por Oscar Domínguez G.
Si unos novios se casan para tener con quien hablar o callar, es porque nacieron el uno para el otro. Este aperitivo retrata al dueto integrado por Álvaro Castaño Castillo y Gloria Valencia, la mujer de todas sus vidas. “Estando los dos estamos todos”, podían currucutearse al oído.
Tuvieron tres hijos: Rodrigo, Pilar y la HJCK. Que tire la primera mentira quien no se haya enriquecido culturalmente en los 89.9 FM, El Mundo en Bogotá, luego en www.hjck.com hasta el 30 de julio. Desde entonces se puede sintonizar en el Walhalla de las emisoras que salieron del aire. La cultura produce dolores, no dólares, me dijo una vez el poeta Eduardo Escobar. Que se apague una emisora es tan lamentable como si murieran el colibrí más veloz o el elefante más paquidérmico.
El cachaquísimo caballero enamoró a su ibaguereña, batutera del Colegio Mayor de Cundinamarca, leyéndole los clásicos españoles. Es el único matrimonio que entrevistó por separado a Borges. Él para la HJCK, la emisora de la abyecta minoría, ella para un programa de televisión. Otra exclusividad de la casa: ambos recibieron el premio Simón Bolívar de Periodismo. Solo fracasaron una vez: en llegar a los cien años.
Ella tenía una voz, dulce, sonora, fluida, clara, arrulladora, que era su carné de identidad. Oírla no daba sueño en ‘Naturalia’, donde predicó el evangelio de la ecología. De voz, su marido andaba mal. En venganza, se consiguió el vozarrón de Álvaro Mutis, para que identificara la emisora
A ella la descubrió Bernardo Romero. Él se descubrió solito para la cultura. Su amigo Ricardo Bada, hispanoalemán, también fallecido, dijo de Castaño Castillo que era el mejor periodista cultural que había conocido. Castaño Castillo devolvió favores y dijo lo mismo de Bada en un festival de la revista ‘El Malpensante’

Conocí a doña Gloria, feliz improvisadora, cuando hacía comentarios para el programa de Alberto Acosta, ‘Vea Colombia’, ‘Revista del sábado’. Empecé a distinguirla desde mi niñez viendo su programa ‘El lápiz mágico’ en el televisor del rico de cuadra.
No me perdía las charlas de Castaño Castillo con el maestro Bernardino Hoyos en la Emisora de la Tadeo. Varias veces prometieron que editarían esas charlas. Si este avaro obituario por la HJCK contribuye a que el legado de los Castaño Castillo quede en las mejores manos, y se editen las charlas mencionadas, yo pagaré feliz el seguro exequial.
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