
Por Doménica Antoniotti — Filósofa
Considero que es una de las biografías más honestas que he leído, incluso creo que catalogarla únicamente como un libro que relata la vida de su protagonista, sería injusto, pues es mucho más que eso.
A medida que van avanzando las páginas, comienza a escucharse la “voz” profunda y persistente de ese narrador que quiere acompañarnos en cada momento y hacernos partícipes de cada una de sus aventuras. A través de un lenguaje simple, pero absolutamente apasionante, el lector se siente imbuido en esa historia en la que las memorias son pintadas con tanta vividez, que parecen apenas “momentos” transcurridos en el preciso instante en que nuestros ojos los leen.
Abrir este libro, es darse la oportunidad de vislumbrar, cuán transparente, puede llegar a ser una persona, pues a través del relato honesto de un hombre ya maduro, resuenan los ecos de la voz de un inocente niño al que la vida, a través de cada “caída”, le dio la fortuna de levantarse revitalizado e ir forjando con esmero y un increíble deseo por vivir, la existencia plena que tanto merecía.

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