
Por Ernesto Samper Pizano
En el año 2016, actuando como secretario general de Unasur, y por decisión de los presidentes suramericanos, pusimos en marcha, con mis colegas expresidentes Leonel Fernández de República Dominicana, José Luis Rodríguez Zapatero de España y Martín Torrijos de Panamá, un proceso de diálogo entre el gobierno del presidente Maduro y la oposición venezolana.
El diagnóstico inicial identificó tres frentes de trabajo: la estabilización económica, la renovación de la democracia a través de unas elecciones generales y la necesidad de una reforma constitucional que equilibrara los poderes públicos concentrados, desde hacía varios años, en el Poder Ejecutivo.
La propuesta de ‘Estabilización económica solidaria’, en la cual participaron destacados economistas latinoamericanos, buscaba unificar los tipos de cambio, mantener el poder adquisitivo de los salarios con un subsidio al estilo de la bolsa familiar brasileña, ajustar de forma gradual el precio de los combustibles, preservar los logros en materia de inclusión conseguidos a través de algunas de las “misiones” sociales, renegociar la deuda externa y realizar algunos activos de propiedad del Estado en el exterior, con el objetivo de darle una liquidez internacional a PDVSA. (Lea el análisis).
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