16 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Uyyy Gustavo, hermano, qué falta nos has hecho

Hace tres años nos dijiste adiós. Tres años que hemos sentido muy duro tu ausencia, marcada aún más porque año y medio después se fue mamá Sofía, tú lo sabes. Nunca le comentamos que tu vida se había apagado, porque ella lo sabía. Y lo sabía porque nunca preguntó por ti, pese a que siempre se mantuvo en sus cabales… 

Gustavo, tú sabes que todos tus hermanos, Sofía Inés, Jairo León, Clara Cecilia, Victoria Eugenia, Jorge Iván, Olga Nancy, Mónica y Patricia hemos pasado vivos y repletos de vida, gracias a Dios, la durísima prueba del tenebroso Covid. Unos privilegiados de Dios y la Virgen. Encerraditos y aislados, pero ya tendremos la oportunidad de desquitarnos. ¡Dios mío si nos acordamos de ti y de mamá! 

Todos tus cuñados, sobrinos y tus primos también muy bien. Tu sabes que tu hija Carolina y tu nietecita Emilia, a quien disfrutaste mucho antes de irte, se encuentran perfectas de salud. Y sabes que viene en camino tu otra nietecita Candelaria. Eso significa que estamos llenos de vida y alegría, siempre pensando en mamá y en ti. Tú debes saber que Dora y Daniel van muy bien con el restaurante. Muy bien.  

Los hijos de Pacho, Carlos Iván y Richard y sus hijos súper bien, felices porque Blanquita logró vencer al Covid. El viejo Tito, sabes que también se fue. De esos tíos Uribe que tanto quisimos y aún añoramos no queda ni uno. Pero nos dejaron todas sus lecciones de trabajo, honradez, dignidad y afecto. 

Tus recuerdos nos asaltan a cada momento, Gustavo. Siempre nos diste ejemplo de nobleza y de cariño, con esa sonrisa a flor de piel que solo se apagó cuando te quedaste dormido del todo. 

Con los años nos vamos volviendo más nostálgicos y querendones. Por eso a veces nos tallan tanto tus recuerdos con tus silencios interminables, o al golpe de tus mejores canciones de despecho de Los Relicarios, de Darío Gómez, del Charrito Negro o de Luis Alberto Posada. O el sabor de tus inolvidables tortas, o de tus puteras, porque a veces te mandabas un geniecito…  

Gustavo, hermano, qué rico saber que nuestros recuerdos siguen frescos, intactos y completicos, que te seguimos queriendo como al mejor de nuestros seres queridos y que el solo repaso de tu imagen bonachona nos convoca al amor y a la unión. Esa es la bendición de tenerte allá arriba con mamá. Gracias hermano por todo el amor que nos diste. Nos seguimos hablando.