Por Enrique E. Batista J., Ph. D.
En mayo de 2024, tal como se lee en un titular de prensa, 27 colegios privados en Bogotá decidieron restringir «el uso de dispositivos móviles incluidos celulares, relojes inteligentes y otros aparatos de uso personal… durante el horario escolar, extendiéndose esta medida, en principio, a las rutas escolares». (https://tinyurl.com/mrx5ktua). Al respecto, me indaga un conocido maestro, lector de mis artículos, sobre las opciones para el uso creativo de los celulares en las escuelas y sobre las consecuencias que puede acarrear la prohibición del uso de los mismos. La inquietud, como debió ocurrirles a muchos maestros y a la población en general, le surgió de la anunciada decisión.
Principio pedagógico ineludible: La escuela es para la formación en la disciplina personal y social y no para el prohibicionismo.
Se sabe y está muy bien documentado que la adicción al uso de los dispositivos digitales ha creado un serio problema de salud mental, en especial entre los niños y jóvenes. Es un asunto que para su solución requiere medidas que van más allá de la prohibición. También está bien documentado que tales dispositivos pueden usarse, con estrategias innovadoras, en los ambientes escolares con provecho para alcanzar fines formativos de muy alto nivel. Se reconoce que existe el problema, pero la mera prohibición en la escuela no enfrenta el problema grave de fondo, a la vez que niega la posibilidad de aprender el uso productivo y formativo de los dispositivos digitales.
Principio pedagógico irrenunciable: En el aprendizaje activo no cabe el silencio y menos, en el contexto actual, el silencio digital. El prohibicionismo pedagógico es contrario a la innovación, a la libertad del maestro para enseñar, del estudiante para aprender, y la de estos dos para interactuar hacia la consecución de las altas metas formativas; a la vez que es contrario al propósito universalmente aceptado del descubrimiento y promoción temprana de los abundantes talentos que existen en los estudiantes de todas y cada una de las escuelas por todo el mundo.
Conviene repasar que las habilidades digitales son: «El conjunto de conocimientos y habilidades necesarias para el uso seguro y eficiente de las redes y los dispositivos digitales. Tienen como objetivo acceder, analizar y administrar las tecnologías de la información y comunicación» (https://tinyurl.com/57yu74sf). Habilidades que, a la vuelta de la esquina (en el 2030), el 80% de los profesionales deben poseerlas muy bien fundamentadas, porque son esenciales para llegar a ser aptos en la vida diaria y en el trabajo. (https://tinyurl.com/mc5btu92).
Esas habilidades las deben aprender todos. Los ambientes escolares son indispensables para su aprendizaje. Se aprenden con el uso creativo y crítico de dispositivos y de plataformas digitales. Ellas son hoy necesarias y connaturales con la escuela. Sin esa formación, la escuela, como institución social, será aún más fallida para la formación de las nuevas generaciones. No se pueden prohibir para, con pensamiento mágico, observar a continuación un fantástico cambio en la atención y motivación de los alumnos y la alegría desbordada de los maestros. Digitalizar las escuelas no significa que toda interacción será en línea o digital, no implica que se suprima la lectura de textos y las diversas formas de interacción colaborativa y de socialización alrededor de los proyectos de aprendizaje.
Principio pedagógico ineludible: No se pueden prohibir o limitar las libertades de enseñanza y de aprendizaje. Las habilidades digitales se aprenden y se refuerzan en las escuelas. Para ello es siempre necesario el uso de dispositivos digitales de diversa índole; negar su uso es abandonar una meta formativa esencial. Equivale a formar a los estudiantes para un mundo atrasado, a un mundo del pasado y al incremento de la brecha y desigualdad digitales. Ante el descuido prohibicionista, que afecta la necesaria formación en tales habilidades, los estudiantes, que entienden bastante bien el mundo digitalizado, no aceptarán renunciar a aprender, crecer, crear, ser productivos, solidarios y socializarse mediante el uso productivo y eficaz de la inmensa variedad de dispositivos digitales. Los estudiantes, apoyados por muchos de sus maestros, pasarán por encima del prohibicionismo. Triunfarán ante las limitaciones a sus libertades de enseñanza y de aprendizaje.
Principio pedagógico irrenunciable: Corresponde al alumno aprender a asumir la responsabilidad sobre su propio aprendizaje. Ese es un objetivo de vida. Debe aprender a usar bien los tiempos del aprendizaje alejado de distracciones que interfieran con el progreso académico. Todo aprendizaje implica un esfuerzo arduo y atención concentrada, lejos de las interferencias de distinta índole que pueden interrumpir la consecución de las metas formativas.
Para valorar la decisión anunciada por los 27 colegios privados de Bogotá, es preciso retrotraer el hecho cierto y abominable creado y mantenido por los creadores y administradores de distintos tipos de plataformas que consideran a los niños y jóvenes como consumidores actuales y fieles a los productos que anuncian en el futuro cercano y más allá. Crean con sus estrategias mercantiles adicciones perturbadoras que conllevan un problema de índole mental bastante presente entre niños y jóvenes. Con medidas legales y con acciones formativas escolares se precisa limitar el poder destructor que tienen los dueños de tales plataformas. Y así formar a los alumnos en el reconocimiento de los riesgos perturbadores y abrirles a todos paso al amplio camino para incorporar el uso creativo de los distintos medios digitales en sus propios aprendizajes.
Es cierto e innegable que el empleo del celular y otros dispositivos móviles en el aula causa distracción, disminuye la concentración en las tareas de aprendizaje y, en cierto modo, crean un saboteo a las estrategias que el maestro utiliza para atraer la atención e incrementar la motivación de los estudiantes hacia determinados contenidos formativos.
Dada la gravedad de esa interferencia, por ello, una regla básica en el aula y en los demás ambientes de aprendizaje escolares es la de que los celulares y los dispositivos móviles sólo pueden y deben ser activados mediante orden expresa del maestro, y siempre asociado a algún proceso formativo escolar. No cabe la libertad o uso voluntario o indiscriminado de tales recursos tecnológicos digitales que alejen a los mismos estudiantes de sus procesos formativos y a los maestros en la efectividad de sus estrategias de enseñanza. Es un proceso para formar en la disciplina y en el uso productivo de la variedad amplia de recursos digitales de los que pueden disponer.
Principio pedagógico irrenunciable: En la escuela se promueve el aprendizaje activo y con éste la creación y la innovación. No se puede en la escuela prescindir de los medios y recursos tecnológicos digitales para facilitar esos necesarios logros educativos de muy alto nivel. De hecho, muchas de las metas educativas que tienen los sistemas educativos nacionales implican la formación en ciencias y en tecnologías, cuyos logros no pueden alcanzarse con la prohibición generalizada. El camino por seguir es el de la innovación en su uso. No cabe en una escuela, como centro de la inteligencia, de la creación y de la innovación, alejar a los alumnos del uso productivo, eficaz y valioso de las herramientas digitales para consolidar sus procesos formativos. Digitalizar las escuelas sin dispositivos digitales es una circunlocución que sólo lleva a que permanezca vigente la pedagogía tradicional, esa que es fuente de la desmotivación de los estudiantes y su desapego con las escuelas.
Un proceso formativo intencionado es necesario. Ocultar el mal debajo de la alfombra no contribuye al Regular su uso propio, seguro y eficiente de los dispositivos digitales. No se logra mucho efecto formativo con la prohibición en el aula, si fuera de ella los alumnos siguen cautivos de los empresarios de plataformas digitales, adictos a su uso y afectados en su salud mental. Estamos ante un descuido globalizado.
No cabe la idea de algunos que, frente a la baja calidad de la educación y a la desmotivación que tienen los estudiantes, culpar a los celulares y no, entre otros factores, a las prácticas erradas y las creencias desacertadas vigentes sobre la naturaleza del aprendizaje escolar, concepciones que desconocen o ignoran lo que significa hoy aprender en contextos y sociedades informatizadas. Pero, el prohibicionismo también muestra el evidente choque de generaciones entre maestros y alumnos, formados en ambientes digitales, con algunos directivos escolares. Choque que lleva a unos, a manera de inocua (inicua, tal vez) a asumir el control de la vieja escuela, a congelarla en el tiempo, y a otros a transformarla para que sea una institución dinámica con ambientes de promoción de la inteligencia y transformadora de mentes y de realidades sociales.
Muchos de los esfuerzos prohibicionistas chocan contra los esfuerzos de los Ministerios de Educación y de Ciencia y Tecnología, con grandes inversiones económicas, para la dotación de aulas informatizadas, de tabletas, de computadores, software de diversa índole y otra variedad amplia de hardware para que maestros y estudiantes los utilicen creativamente en los nuevos ambientes de interactivos y, por tanto, activos de aprendizaje. Son inversiones en herramientas digitales necesarias para alcanzar logros educativos de más alto nivel. También son contrarios a las propuestas internacionales de organismos internacionales para la promoción de las habilidades digitales. La UNESCO creó, como anoté en artículo previo, el Día Internacional del Aprendizaje Digital (el 19 de marzo de cada año; https://tinyurl.com/y2s4sst8/) con la expresa intención, contraria al prohibicionismo, para fomentar las estrategias de aprendizaje digital y la innovación en la educación y para abrir opciones ciertas y valederas de aprendizaje digital para todos. (https://tinyurl.com/ynwjmdfy/).
Se ha advertido por décadas de la fuerte resistencia al cambio y a las visiones renovadas de los jóvenes (tal vez Sócrates sería uno de los primeros testigos). La resistencia al cambio está sobre determinada, impuesta y regulada por la comodidad que genera la pesada tradición.
Algunos, o muchos, aceptarán e innovarán con los cambios, o la ola tecnológica los arrasará. Asunto que llama la atención para un cambio prioritario de rumbo en las instituciones que forman a los maestros. (https://tinyurl.com/7tnsbubt). El uso indiscriminado, y nada disciplinado de los dispositivos móviles en las escuelas, es la manifestación de un clamor de los alumnos que puede estar llegando a oídos sordos o indiferentes. Es necesario prestar atención a ellos; es preciso oírlos, no ignorarlos y menos castigarlos.
Principio pedagógico (y constitucional) ineludible: La búsqueda del conocimiento es libre. Algunos ven molinos de vientos a la distancia, en lugar de las agradables brisas renovadoras de las prácticas educativas. Ante ello, conviene enfatizar la necesidad de que todos adquieran las habilidades digitales necesarias para vivir en democracia y en paz, para comprender y transformar para bien las sociedades. Se precisa recordar, otra vez, que ante el prohibicionismo, los niños y jóvenes, apoyados por sus maestros, defenderán las libertades para enseñar y aprender; triunfarán.
Existe en el mundo un número grande de experiencias sobre uso positivo y responsable de los dispositivos digitales en ambientes escolares. Algunos de ellos los resaltaré en un próximo artículo. Compete a todos los ciudadanos combatir la alienación que voraces empresarios dueños de plataformas digitales causan, con sus estrategias mercantiles, adicción y control de las mentes de los más jóvenes. E incumbe a los miembros de las comunidades educativas, crear, innovar y transformar con el uso sano, productivo y crítico de la variedad de recursos digitales disponibles.
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