
Por Héctor Quintero Arredondo
El 15 de octubre de 1914, cuando ascendía las gradas del capitolio, el doctor y general Rafael Uribe Uribe, fue atacado por los obreros Galarza y Carvajal, que armados de hachuelas, golpearon inmisericordemente el cuerpo del general. Rafael, aguantó casi un día más y murió el 16 de octubre.
Uribe, había nacido en Valparaíso (Antioquia) en medio de la colonización antioqueña del Suroeste, en el hogar de Don Tomas y de Doña Luisa, una mujer curiosa que, en medio de las selvas, enseñó a leer y a escribir a sus hijos y que, según dicen, hablaba el francés. Uribe pasó sus años de juventud en el ambiente de la colonización antioqueña del norte del Valle del Cauca, puesto que sus padres, huyendo de la violencia política, se establecieron en la hacienda Morillo, de donde Rafael y sus hermanos, salieron a combatir en las filas liberales en la batalla de Los Chancos, bajo las órdenes del general Julián Trujillo, futuro Presidente de Colombia.
Rafael, avanzó sus estudios, en la reformada Universidad de Antioquia, que en el gobierno federal y bajo la orientación del Doctor Pedro Justo Berrio, fue faro luminoso de la ciencia nacional. Luego se graduó como abogado en Bogotá y regresó al estado soberano de Antioquia, para ejercer su profesión y empezar su carrera estelar como periodista, político, pensador y hombre de letras.
Hoy no vamos a efectuar la biografía de este eximio antioqueño. Como militar participó en todas las guerras civiles hasta la de los mil días en donde combatió en la terrible batalla de Palonegro, se hizo famoso por su carga temeraria para despejar el puente sobre el rio Peralonso y dirigió una fantástica guerra de guerrillas contra los ejércitos del gobierno conservador, que comandaba su amigo el general Pedro Nel Ospina. De manera curiosa, cargó siempre con la fama de general desacertado, puesto que sus amigos liberales no reconocían que habían lanzado el partido a guerras civiles de manera prematura, mientras sonreían al expresar que Antioquia, no podía dar un general liberal.
Terminada la guerra, uno de cuyos tratados más importantes, el de Neerlandia, firmó Rafael, el ministro Casas en Bogotá, intentó desconocerlo y ordenó detener a Uribe. Para sorpresa y honra de la palabra conservadora, el comandante del ejército oficial se negó a cumplir la orden y las tropas conservadoras, en vez de detenerlo, se filaron y saludaron militarmente al general que había perdido la guerra.
De ahí en adelante; Rafael profundiza sus estudios en ciencia política, economía, derecho, derecho internacional y cuando el general Rafael Reyes, llega al poder, coprotagoniza una distribución territorial, que buscaba mayor desarrollo. El hijo más importante de ese proceso fue el gran Caldas, con capital en Manizales.
Al finalizar su vida, conduce la fracción liberal que lo apoyaba, con cierta lejanía del general Benjamín Herrera, la figura, hasta ese momento cimera de aquel partido y apoya la candidatura de José Vicente Concha.
En esos días tan difíciles, Uribe afronta grandes debates políticos, que no solo contesta, si no que no le impiden continuar su formidable labor parlamentaria. Precisamente, el día en el cual fue atacado, llevaba en su cartera un proyecto de ley que creaba el accidente de trabajo, como una figura del mundo del derecho laboral.
Sobre su muerte se ha escrito muchísimo. Unos encuentran la causa en su propio partido, otros como Adelina Cobo, afirman que fue una alianza de la facción mas radical del conservatismo con una poderosa orden religiosa y no falta quien crea que fue una borrachera trágica de Galarza y de Carvajal.
Llevado a su casa, su esposa lo recibe con todo afecto y allí mismo es atendido médicamente. Al verlo llegar la señora dice: “La política mató a Rafael”; frase que tantos entendemos y que a otros puede parecer un decir sin sentido.
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