29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Universidades asequibles: en la búsqueda de nuevos rumbos 

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto) 

https://paideianueva.blogspot.com/

Se ha reiterado que las universidades se transforman, las cambian desde fuera o desaparecerán. Existe una variedad de razones  asociadas a tan lapidaria prevención, entre ellas: El costo creciente de su operación por exigencias normativas y de los avances en ciencias y tecnologías, la pertinencia y vigencia de los programas que ofrecen, la creciente reducción en la matrícula de alumnos, la insuficiente financiación estatal de las universidades públicas, el desencanto de los jóvenes con la formación y costos universitarios, la presencia de alternativas de formación laboral como las microcredenciales, la muy terca vigencia de estrategias de enseñanza y aprendizaje impropias para los tiempos, la inhabilidad generalizada para atender los requerimientos de  inclusión y  de retención de los alumnos, la aparición súbita de plataformas para la formación en línea, los efectos de la pandemia del coronavirus (la cual develó las ya conocidas inmensas falencias de los modelos vigentes de educación superior), el relajamiento de los estándares de logros, la inflación de las calificaciones, la formación por volátiles créditos académicos que no acreditan mucho, la obsolescencia o impertinencia de campos de formación, la rigidez de los horarios y calendarios, y la insistencia costosa de figurar en los bien inútiles rankings (figuración que en muchos casos es pagada). 

En un contexto como este, cinco profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts – MIT presentaron, en el último trimestre de 2022, lo  que denominaron como ideas para un proyecto educativo asequible  («Ideas For Designing An Affordable New Educational Institution»; el lector lo puede encontrar aquí: https://rb.gy/91foup). El mismo se mueve en el campo de la ambigüedad ya presente en el título como propuesta de una nueva (sic) institución educativa. Si bien se presentan algunas ideas (como también se lee en el título) no alcanza a configurarse como el «White Paper» (libro blanco), como lo llaman los autores, que describa un problema a profundidad y presente una solución mejor fundamentada y de mayor alcance global.  

Resaltan los autores, que las ideas en el proyecto son para consideración; que ellas pueden tener algún sesgo simplista, pero que en ningún caso las presentan como panacea para la crisis que enfrentan las instituciones de educación Superior hoy en el mundo. Así, se alejan de la propuesta en el título de «Una Nueva Institución» y del concepto mismo de un «White Paper». A pesar del título, previenen los autores que el documento debe ser considerado simplemente como es un «White Paper» y no un plan comprensivo de transformación de la educación Superior. No se presentan en la propuesta cambios radicales frente a los modos de operación actual; por ello, algunos podrían considerar que es más bien un esfuerzo bien intencionado, pero cosmético, frente a las necesidades reales y transformaciones que requiere La educación superior hoy en el mundo.  

Con algo de circularidad, y de excusa frente al lector, reiteran que no se intenta repensar la educación superior ni rediseñar una universidad de investigación como el MIT. Pero, señalan que: «de manera breve nos referimos a la hipotética nueva institución educativa como una NEI». O sea, sí y no, a la vez. 

Uno de los ejes de la propuesta consiste en repensar el desarrollo del currículo y los modos de presentar los contenidos. Entre las estrategias de enseñanza, señalan que esta se centrará en el modelo de aula invertida (flipped clasroom). Se dice que lo que se propone es una «flipped university», opuesta a una de conferencias y contenidos dictados; lo cual es una estrategia formativa particular, reconocida como innovadora, pero que limita las posibilidades que ofrecen otras opciones para un aprendizaje activo. 

La propuesta de «la hipotética nueva institución educativa», se apoya en el concepto tradicional de currículo, lo cual restringe las opciones transformadoras de la propuesta. Se rehúye el reconocimiento de que el currículo, como ha sido concebido y practicado por centurias, no sólo es anacrónico e improductivo, sino que ha muerto; no se considera que mantener su vigencia condiciona los modos de enseñar y de aprender ligados a concepciones pedagógicas y estrategias didácticas ya superadas por la realidad tajante de los cambios que clama la sociedad y también las mismas universidades. 

Crear una nueva institución de educación superior asequible,  con innovación en sus procesos pedagógicos, desde una concepción de formación basada en currículos, restringe y condiciona el actuar tanto de maestros como de alumnos, al quedar ellos  condicionados a los modos particulares cómo se conciben y se organizan no sólo los contenidos, sino las maneras de enseñar, aprender y de promover de manera constante el conocimiento, a la vez que niega la posibilidad de nuevos modos de organizar las estrategias formativas  que respondan a realidades, necesidades y motivaciones de quien aprende. Ese currículo sobredetermina y limita la acción educativa, fuerza a determinadas acciones de quienes enseñan y aprenden, restricciones que hacen inamovible el viejo modelo educativo, aunque haya apariencia de cambio con una asequible nueva institución educativa. La vigencia del fenecido currículo contraría el aprendizaje individualizado, las innovaciones, fomenta la pasividad del alumno, la integración de los distintos campos del saber con la impropia separación que se hace de ellos.  No bastará decir, cómo está en la propuesta, que en el currículo se deben incluir las humanidades. 

Forma parte de la propuesta poner énfasis con áreas mayores y menores en la formación en los programas de pregrado. Se resaltan procesos de formación por medio de «microcredenciales acumulables», con lo que se busca asegurar que, a lo largo de proceso formativo en pregrado, el estudiante pueda recibir reconocimiento de lo que ha aprendido que lo pueda habilitar para el desempeño laboral en el caso de que la abandone, por una u otra razón, los estudios. La idea presentada es que la formación y reconocimiento de lo aprendido sea acumulable (por ejemplo, mediante las mencionadas microcredenciales (u otras opciones flexibles  que se materialicen como viables) para superar la imposición de la acumulación de créditos académicos, mediante expedientes académicos, créditos  que sólo valen si el alumno  finaliza sus estudios y se gradúa según un rígido plan de estudios que permite  la acumulación de contenidos usualmente dispersos. 

Hoy cualquier proceso formativo Intermedio carece de valor. El título de pregrado sería un ensamblaje de microcredenciales.  No existe el reconocimiento parcial de conocimientos ni de habilidades, bajo el falso supuesto de que la certificación, mediante el diploma, avala la debida formación para el trabajo en la sociedad digitalizada, caracterizada por procesos y tareas laborales automatizadas y la obsolescencia rápida de conocimientos y habilidades.  

En la propuesta, concebida, como ya se anotó, como un «White Paper», se propone un balance entre enseñanza e investigación, con la indicación de que los profesores puedan emplear el 80% del trabajo en la primera de ellas, con adecuada formación en los desarrollos recientes de pedagógicos y en las teorías y estrategias de aprendizaje. Se propone la cualificación de los profesores en la pedagogía que subyace en la propuesta., entre ellas el «team teaching» (o enseñanza colaborativa por varios profesores), estrategias para asegurar integración de contenidos, nada novedosa, dada su existencia desde muchas décadas atrás, es una idea antigua y mejor desarrollada con enfoques recientes más productivos en modelos disruptivos de enseñanza y de aprendizaje. Un 20% se dedicaría a actividades de investigación o producción intelectual. Se propone que el año escolar se divida en trimestres, una práctica ya común, desde décadas atrás, en muchas universidades.  

 Loa autores exploran algunas ideas para ofrecer educación de pregrado a menor costo, lo que es buena parte de lo que se considera como «una nueva institución de educación superior asequible».  

Toda apunta a que más que una «nueva institución universitaria asequible», se requieren varios modelos de instituciones universitarias que, según lugares, circunstancias, prioridades y áreas de formación, sean «viables» e incluyentes, donde prime la buena enseñanza, el sólido aprendizaje, y la formación ética y ciudadana, por encima de cualquier otro proceso.